Tantas veces me he preguntado acerca de los “por qué” de las problemáticas que el
Sistema Educativo sostiene, pese a las reflexiones y los cambios de enfoques, frente al
devenir escolar que nos muestra que debemos adecuar nuestras propuestas a las
infancias actuales y dejar de insistir en trabajar lo mismo, cuando ahora ellos ya lo
saben y/o no les interesa y nosotros ya descubrimos que ni siquiera es importante o
tiene sentido abordarlo.
Muchas veces acompaño a los docentes en
la búsqueda de nuevas propuestas,
dinámicas y opciones para alejarnos de la
lucha para que los niños hagan aquello que
no pueden realizar y que no corresponde
que realicen y que ni siquiera tiene
importancia (por ejemplo, participar
largamente de actividades sedentarias,
escuchar explicaciones incomprensibles,
sostenerse callados y quietos durante
largos momentos…); en esos casos les
propongo que dejemos la complejidad del
trabajo extenuante en estos aspectos para
las tareas con aquellos aspectos que son
contundentemente necesarios (por
ejemplo, expresarse verbalmente, respetar
las normas que sean adecuadas, no
pegarse pese a ser testigos participantes
de la violencia adulta); en este sentido, cabe desatacar que la idea se basa en asumir la
“complejidad de lo complejo” cuando lo amerita y es fundamental trabajarlo, dejarlo de lado
cuando es innecesario buscando otras opciones para las propuestas que les exigen tiempos
y acciones que no pueden sostener y verdaderamente no aportan a lo importante, y muy
especialmente buscando otros modos de desarrollar las acciones adecuado a sus
posibilidades, al enfoque pedagógico que decimos querer sostener y al niño que decimos que
queremos formar (participativo, critico, protagonista…).
Me refiero a generar: mucho trabajo en pequeño grupo, mucho respeto por lo personal,
mucha creación de espacios de escucha compartida, mucha idea de lo importante de
conformarse como un grupo que sostenga los procesos personales y que distribuya
tiempos y tareas.
Me refiero al sostén de las acciones en: la distribución equitativa y rotativa de roles, en
los valores de la autonomía y cooperación incipientes en estas edades que debemos ir
fortaleciendo, en la solidaridad más que en el triunfo individual, en el enriquecimiento
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