sentido, para lograr sostenernos en recuperar los vínculos tantas veces perdidos y ubicarlos
en el lugar adecuado, sin desconocer que los vínculos escolares-educativos son (o deben ser)
extremadamente fuertes pero profesionales, y que si bien jamás deben pasar a un segundo
plano no podemos permitirnos olvidar nuestra función educativa desde la cual sostenerlos.
Por otra parte, el mencionado
regreso con gloria implica repensar
nuestro ser educativo compartido,
cooperativo y solidario, nuestros
vínculos adultos con los otros,
nuestras posibilidades de trabajar
de forma conjunta, de conformar
equipos de trabajo co-participativos
dentro de los cuales cada uno mire
el bien común, estableciendo
diálogos y debates respetuosos que
generen e integren reflexiones
conjuntas. Si nunca hubo
posibilidad de pensar lo escolar sin
un entramado de roles flexiblemente asumidos, con responsabilidades equitativa y
respetuosamente distribuidas, con el reconocimiento de las autoridades responsables de la
mirada general y la coherencia institucional, con la construcción de acuerdos para todos y el
respeto consensuado de las normas necesarias… ahora más que nunca necesitamos que el
telar teja tramas coloridas, fortalecidas, acordadas.
También es necesario repensar el vínculo con las familias. Tantas veces me cuestiono que
nos pasa como educadores que al mirar a las familias nos olvidamos qué también nosotros lo
somos y que eso puede darnos una mejor comprensión de lo que les sucede. Es cierto que
las familias muchas veces depositan en escuela y educadores todo aquello que no saben
dónde ni en quien ubicar, que en tantas oportunidades demandan en exceso, nos critican sin
entendimiento verdadero, analizan sin contar con los conocimientos pertinentes; pero también
es cierto (y lo aprendí en mi práctica como Rectora de los 4 niveles educativos) que si uno
escucha a las familias siempre hay algo de lo que transmiten que nos informa sobre aspectos
necesarios de tener en cuenta para evaluar y mejorar nuestras tareas; persistentemente
recordándoles a los familiares y recordándonos a nosotros mismos que somos los
profesionales responsables de tomar las decisiones y trabajando de modo complementario
cada uno desde su espacio pertinente, sin situarnos como enemigos que pertenecen a bandos
contarios sino como ámbitos diferenciados y aunados en función de nuestras infancias
siempre priorizadas. Y como decía Tonucci en su videoconferencia de estos días (abril 2020),
¿Qué es una buena escuela? la que considera el mundo de los niños y a sus familias,
ayudándolos ahora a vivir este contexto en el cual la casa es un verdadero laboratorio escolar
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