Travesías didácticas Nº 32 • Mayo 2020 | Page 14

Entre las modas con globitos de colores... Laura Pitluk 2- la enseñanza es la función primordial de las instituciones educativas, en todos sus niveles, que no debe fundar ni rispideces ni temor a ser autoritarios al ponerla de manifiesto, siempre que se piense y se genere como potenciadora comprensiva y comprensible de los procesos personales de cada sujeto. Desde estos sentidos, se hace necesario buscar los mejores modos de albergar a nuestras infancias, ávidas de miradas y caricias, intentando comprender a este mundo complejo y los inexplicables por qué de esta obligación de quedarse en casa, desapegarse corporalmente del mundo, el jardín, los afectos… Si ni siquiera nosotros podemos sostener la comprensión de esta actualidad que sin anestesia nos ubicó en lugares desagradables, inexplorados y nunca esperados, viviendo una especie de película norteamericana sensacionalista, pero sin saber -como en esos casos- que siempre llega un final feliz. Ahora todo cobra un sentido diferente, los modos de vincularse, los estereotipos, las posibilidades de abrazarse, las propuestas de enseñanza…pero, sin embargo, todo da cuenta de la necesidad de mantener nuestro enfoque pedagógico (que como dijimos incluye lo afectivo y vincular), nuestra prioridad en las infancias y en las propuestas de enseñanza con sentido. Entonces, se nos desarman actualmente algunas ya insostenibles ideas con las cuales veníamos enfrentándonos hace tiempo, que nos alejaban (sin querer o queriendo) del amor educativo, esa ternura profesional y comprometida de una profundidad extrema y a su vez diferenciada de la familiar… me refiero a: no se puede tocar a los niños, no se debe abrazarlos porque eso está “bajo sospecha”, olvidando el necesario sostén -hoy más que nunca- de esos cuerpos que se juntan respetuosamente y acompañan solidariamente, ese deber educativo y derecho de nuestras infancias de ser mirados, contenidos, sostenidos, acobijados…por ahora -aunque suene extravagante- de modo virtual y felizmente presencial cuando la pandemia lo vaya permitiendo. Se nos desencajan muchos preceptos que ya no sabíamos cómo aquietar o alejar, irrumpe la necesidad más que nunca de amor y encuentros respetuosos que lo manifiesten de forma concreta con los más pequeños. Nos urge, además, alejarnos de las falsas concepciones que nos ubican en discusiones sin 12