Entre las modas con globitos de colores...
Laura Pitluk
2- la enseñanza es la función primordial de las instituciones
educativas, en todos sus niveles, que no debe fundar ni
rispideces ni temor a ser autoritarios al ponerla de manifiesto,
siempre que se piense y se genere como potenciadora
comprensiva y comprensible de los procesos personales de
cada sujeto.
Desde estos sentidos, se hace necesario buscar los mejores
modos de albergar a nuestras infancias, ávidas de miradas y
caricias, intentando comprender a este mundo complejo y los
inexplicables por qué de esta obligación de quedarse en casa,
desapegarse corporalmente del mundo, el jardín, los afectos…
Si ni siquiera nosotros podemos sostener la comprensión de
esta actualidad que sin anestesia nos ubicó en lugares
desagradables, inexplorados y nunca esperados, viviendo una
especie de película norteamericana sensacionalista, pero sin
saber -como en esos casos- que siempre llega un final feliz.
Ahora todo cobra un sentido diferente, los modos de vincularse, los estereotipos, las
posibilidades de abrazarse, las propuestas de enseñanza…pero, sin embargo, todo da cuenta
de la necesidad de mantener nuestro enfoque pedagógico (que como dijimos incluye lo
afectivo y vincular), nuestra prioridad en las infancias y en las propuestas de enseñanza con
sentido.
Entonces, se nos desarman actualmente algunas ya insostenibles ideas con las cuales
veníamos enfrentándonos hace tiempo, que nos alejaban (sin querer o queriendo) del
amor educativo, esa ternura profesional y comprometida de una profundidad extrema y
a su vez diferenciada de la familiar… me refiero a: no se puede tocar a los niños, no se
debe abrazarlos porque eso está “bajo sospecha”, olvidando el necesario sostén -hoy más
que nunca- de esos cuerpos que se juntan respetuosamente y acompañan solidariamente,
ese deber educativo y derecho de nuestras infancias de ser mirados, contenidos, sostenidos,
acobijados…por ahora -aunque suene extravagante- de modo virtual y felizmente presencial
cuando la pandemia lo vaya permitiendo.
Se nos desencajan muchos preceptos que ya no sabíamos cómo aquietar o alejar, irrumpe la
necesidad más que nunca de amor y encuentros respetuosos que lo manifiesten de forma
concreta con los más pequeños.
Nos urge, además, alejarnos de las falsas concepciones que nos ubican en discusiones sin
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