Travesías Didácticas Nº 31 • Diciembre 2019 | Page 5

es lo que piensan las personas que consideran que prever y organizar las propuestas de enseñanza determinan estrictamente las tareas en lugar de favorecer que los educadores puedan dedicarse a lo importante y necesario: mirar a los niños, desarrollar con criterio las propuestas y poder detenerse en las acciones cuidadosas y alentadoras con todos y cada uno, aceptando la complejidad de la realidad áulica y escolar; - la didáctica y la enseñanza “descuidan” los vínculos, el afecto y la amorosidad necesaria y prioritaria en todo acto escolar, en lugar de comprenderse como un modo de respetar a los alumnos, sostenerlos en sus procesos de aprendizaje y desarrollo, generar propuestas que los comprendan, los alienten, los enriquezcan, reconociendo que tantas veces es la escuela la única opción de relaciones afectivas y encuentros educativos dignos y favorecedores; - los otros son los “culpables” de lo que sucede, entonces (tantas veces) en lugar de mirarnos a nosotros mismos intentando modificar lo necesario nos resulta más fácil – aunque mucho menos alentador y posibilitador- creer que el directivo molesta cuando solicita lo pertinente para nuestra tarea, las familias no accionan como debieran, mis compañeros/as no me ayudan o entienden, el otro nivel o modalidad educativa no realiza lo que le corresponde… y lo que es peor…los niños no saben comportarse adecuadamente… sin embargo, es bien sabido que la responsabilidad adulta en cuanto a los sentimientos y acciones infantiles debe estar en el centro de las ideas, reflexiones y acciones escolares; responsabilizar a nuestros alumnas y alumnos de sus dificultades por sostenerse quietos en propuestas largas y poco convocantes, atentos más allá de sus posibilidades, en espera de que algo interesante e intenso suceda, escuchando conversaciones adultas que pueden tener que ver con las tareas que competen a los docentes pero que necesariamente debieran desarrollarse en los tiempos y espacios adecuados a fin de no obstaculizar nuestra atención en ellos y realizarlas con la responsabilidad pertinente; - si la escuela se nutre de modas que surgen y se desarman de la misma forma, rápida y ridículamente, es desde ese lugar que puede encontrar las diversas opciones para sostener la dignidad de lo escolar. Sabemos que esto solo es posible con educadores comprometidos y reflexivos que trabajan en equipo mirando el bien común y no solo la propia realidad; - … En este sentido, menciono una cita del prólogo que escribí en el libro “Ideas y reflexiones de grandes maestros” (Ed. Homo Sapiens, 2018, Rosario, Coordinadora Laura Pitluk). “Valoro profundamente la diversidad de opiniones e ideas reconociendo que la misma no debe ubicarnos en orillas opuestas del devenir educativo, sino sostenernos respetuosamente unidos en el valor de mirar y escuchar a los niños como sujetos de derechos y alumnos plenos 3