Una educación para la paz...
Stella Mary Figueroa
en cada actividad propuesta. Visualizar el conflicto desde la perspectiva positiva implica no
negarlo, sino valorarlo como parte de la naturalidad de las relaciones sociales y aprehender a
tratar y a resolver los conflictos de manera no violenta, porque violencia y conflicto no son
sinónimos. Así, Silvina Ribotta, (2011) basándose en Galtung, explica que la agresividad es
innata pero que la violencia es un comportamiento aprendido socialmente, y agrega: los
principios educativos de la educación para la paz, como forma de educación debe estar
sustentada en valores tales como; la igualdad, libertad, solidaridad, tolerancia-aceptación, el
respeto cuestionando las discriminaciones y exclusiones, como formas de violencia.
Comenzando a “tejer” un Proyecto
Reflexión, empatía, consideración por el otro, son los conceptos básicos para armar el
entramado en donde se pueda trabajar la Paz, es posible construir un Proyecto Institucional
en el cual pensemos que la Paz es un estado, que se traduce en valores y que tanto niños y
niñas como jóvenes lo entienden desde la posibilidad de relacionarse a partir de la
comprensión. Para iniciar el Proyecto Educativo desde la Paz es preciso que como docentes
podamos interpretar la realidad y su propia complejidad, observar la necesidad de
comprensión entre personas, pueblos y culturas diferentes y la de las relaciones particulares
entre familiares, porque estas están cada vez más amenazadas por la incomprensión. Porque
la comprensión hacia los demás necesita de la conciencia sobre la complejidad humana y
requiere de la tolerancia.
Ahora bien, dice Morin (1999) que la comprensión se enseña. La comprensión mutua entre
humanos, tanto próximos como extraños es vital para que las relaciones humanas salgan de
su estado de incomprensión.
Asimismo, Galtung (2009) afirma que la Educación para la paz es un desafío de nuestros
tiempos. Un Proyecto sobre la Paz debe ser creativo, transversal e interdisciplinario. Entonces
¿por dónde empezar? Siendo creativos en las propuestas que llevamos al aula y sobre todo
cuando se desatan conflictos, esto no significa que hacer acuerdos de convivencia es
suficiente o que leer un cuento con moraleja alcance, es aprender de los niños con una
escucha atenta a sus reflexiones. Los chicos saben explicar sus miedos, sus vivencias, y lo
hacen de muchas maneras distintas, entonces es preciso que propiciemos el diálogo y la
escucha, entendiendo el diálogo como tal y no como respuestas a nuestras preguntas, no es,
por ejemplo, preguntar ¿qué te gustó del cuento? sino hacer que ese cuento favorezca la
narrativa de cada niño, genere el encuentro con sus pares, nos permita rescatar las emociones
que despertó en ellos, en definitiva, como dijo Freire “Saber enseñar no es transferir
conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción”.
Educar para la paz no es aplicar una fórmula mágica que convierte a los niños en pacíficos
inmediatamente, no es sólo un proyecto pedagógico, sino que es un proyecto de vida individual
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