Las salas de edades integradas…
Susana Santaren
El corazón del proyecto: Un laboratorio de ideas
El desarrollo de proyectos educativos como los relatados requieren predominantemente la
implicación de un equipo. Pero, sobre todo, del sostén del equipo de gestión.
En realidad, no sería posible el desarrollo de una propuesta educativa en cualquier escuela,
sin el sostén de la gestión. Una que dé direccionalidad al proyecto educativo y cree las
condiciones para la construcción colectiva y cooperativa, que lleve adelante una tarea de
asesoramiento, proyecte metas, revise lo realizado y trabaje los ajustes que de allí se
desprendan.
Esta idea de gestión, haciéndose fuerte en la construcción de equipos y en la elaboración
conjunta de estrategias de inclusión, rompe con la idea de cada maestro con su librito y
también con aquella instalada de que cada sala es un mundo y cada docente puede hacer lo
que quiera siempre y cuando las quejas no trasciendan el aula.
La dirección es parte, no solo del entramado organizacional y del contacto con el afuera. Es /
debería ser, responsable del diseño general de la enseñanza: crea condiciones para que las
cosas sucedan (Blejmar, 2007) y funciona como paraguas garante ante la sociedad. Lo hace,
como decíamos, a través de la conformación de equipos de trabajo y de la construcción de
soportes implicación grupal: esa implicación que favorece el ser parte de un nosotros,
identificados con una manera de ser maestros en esa institución, una modalidad para hacer
para establecer prioridades y para asumir la resolución de las dificultades de manera conjunta
por medio de la elaboración de estrategias colectivas.
Sin dudas, “una enseñanza de calidad sólo es posible si se comparten determinados criterios
entre los miembros de una comunidad educativa. Sin criterios negociados y compartidos
respecto a los principios didácticos, las estrategias organizativas ö posicionamientos
ideológicos, difícilmente podrá garantizarse la coherencia de un currículum, su despliegue, la
necesaria continuidad y eficacia” (Antúnez / Zabala. Barcelona 96).
En el contexto de estas ideas, el proyecto Panambí de trabajo con salas de edades de edades
integradas supo generar espacios de intercambio, capacitación en servicio y asesoramiento
permanente.
Las reuniones de personal se realizaban una vez por semana en horarios del mediodía para
facilitar la presencia de todos los docentes. Constituían condición de trabajo. La capacitación
en cuestiones puntuales requería horarios vespertinos y muchas veces el aumento de la
frecuencia de los encuentros. La institución sumaba en el sueldo de cada uno esas horas de
trabajo valorando el tiempo destinado, la disposición y el compromiso. También creando las
condiciones para la implicación en el proyecto.
A esas reuniones semanales se sumaba el asesoramiento a la pareja pedagógica de cada
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