Travesías didácticas Nº 30 • Abril 2019 | Page 22

Las salas de edades integradas… Susana Santaren 1978, en una de las habituales reuniones de equipo docente semanales y en el contexto de preparación de la primera reunión de padres del año, se nos propone poner la mirada en el proceso realizado por los diferentes grupos de edades integradas (2 por turno). Un somero balance de cada equipo de coordinadores permitió diferenciar lo que sabíamos de lo que suponíamos del proceso de cada grupo e incorporar, en épocas en las cuales la investigación etnográfica aún no había llegado a la escuela, una de las estrategias privilegiadas en el campo de la investigación: La observación en terreno. Se plantearon muchos cómos. Dudas iniciales y resistencias incómodas ante la novedad. Se revisaron las características básicas necesarias de la técnica de observación: no invasiva, participante solo si la situación lo requería, adoptando una distancia prudente y serena con respecto a lo que sucede, dejándose asombrar por lo que se escucha, se mira, se huele… optativa para el docente que no se animara a instrumentarla. También la potencia de la estrategia: su aporte al conocimiento de los procesos grupales como herramienta para la toma de decisiones desde la co-coordinación de los grupos, el observar para saber y el saber para poder decidir y orientar, para entender las formas de agrupamientos espontáneos y para potenciar la riqueza de los intercambios cuando se trate de niños de diferentes edades, para generar diferentes tipos de juegos, para establecer la diferencia entre lo que “naturalmente sabe el maestro por el solo hecho de estar en el aula” y la mirada que busca y analiza lo que pasa. El recurso fue desplegándose y creciendo en la medida en que se instrumentaban las observaciones, se realizaban registros variados (podían ser de una actividad, del proceso de los pequeños a partir de sus acciones e intercambios con otros) que contribuyeron por un lado a enriquecer el seguimiento de cada grupo y por el otro, a atesorar situaciones individuales de seguimiento que daban cuerpo, posteriormente, a los registros de cada niño a mediados y a fin de año. Un aporte importante fue la lectura de observaciones realizadas en otros contextos que permitió al grupo comenzar a familiarizarse con la estrategia. La propuesta fue concreta: Uno de los coordinadores observaría al grupo durante un período de tiempo prudente (15 minutos iniciales) registrando lo que allí se desarrollaba. Reunido el grupo se les propone que cada uno elija a que quiere jugar y con qué. Se les cuenta que mientras ellos juegan la maestra va a escribir lo que ellos hagan para luego compartirlo entre todos. Luego de 15 minutos se reúne al grupo, se les lee lo registrado y se los invita luego a continuar jugando. 20