Lía Duré - 10.° grado
El valor de la vida
¿Cuántas veces durante la larga historia de la huma-
nidad se ha sacrificado la vida de personas inocentes por
creencias ignorantes o fanatismo religioso y político?
¿Cuántas guerras fueron iniciadas por motivos egoístas,
con el objetivo de alguna ganancia personal de riqueza,
poder o territorio, que resultaron en la pérdida sin sentido
de millones de vidas? El rey Agamenón de Argos y Micenas
se vio enfrentado a este dilema unas semanas antes de la
Guerra de Troya, en Áulide, Grecia. Estancados en Áulide
por la ausencia de vientos, los soldados estaban impacien-
Travesía • revista estudiantil
tes por continuar su ruta hacia Troya. El oráculo, Calcas,
recibió un estremecedor mensaje de la Diosa Artemisa di-
rigido al Rey Agamenón. Como los dioses podían solicitar
el sacrificio de una vida, esta ordenó al rey que sacrifi-
cara a su primogénita, Ifigenia, para que reaparezcan los
vientos. Si no obedecía recibiría el peor de los castigos de
manos de los soldados desesperados.
¡Imaginen el conflicto interno del rey ante tal exigencia!
¡Cuánta vacilación, cuantas interrogantes, cuántas dudas!
Sin embargo, con la decisión final de sacrificar a su pro-
pia hija, demostró su cobardía y debilidad. Un rey realmente
poderoso, un padre lleno de amor por su hija nunca hubiera
accedido a cumplir el deseo de Artemisa. Agamenón se dejó
influenciar por la presión del pueblo y su imagen resultó
ser más importante que la vida de Ifigenia. Al realizar este
imprudente acto, Agamenón nunca encontró la felicidad.
Como está escrito en Proverbios 21:21 “El que va tras
la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra”. Aga-
menón se equivocó al no defender la vida ante todo y al
hacer esto pecó de injusticia y falta de amor. Si al menos
se tomaba el trabajo de buscar formas para salvar a su hija
e ir a Troya, quién sabe, lo pudo haber conquistado todo.
El tercer punto en contra de la ejecución de Ifigenia
es que uno puede cuestionar con argumentos lógicos que
existiera relación alguna entre los vientos y la vida de una
joven. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? ¿Por qué ne-
cesariamente reaparecerían los vientos una vez que Ifige-
nia muriera? ¿Y, cómo podía Agamenón estar seguro de
que Artemisa cumpliría con su parte del trato? A pesar de
tener todas estas dudas, el rey tomó la decisión errónea y
acabó con la vida de su hija.
Queda demostrado que Agamenón no debió tomar la
insensata decisión de inmolar a su propia hija. Fue una de-
cisión basada en fundamentos vacíos, sin peso alguno. Se
hizo evidente su ignorancia igual que su cobardía. Tomó
la salida más fácil en lugar de luchar por la vida de su pri-
mogénita y por sus principios. Como consecuencia directa
de su error sufrió la pérdida de su honor y prosperidad.
Sucumbió a las creencias populares en vez de utilizar su
inteligencia y lógica para darse cuenta de que no existe
relación entre la vida de Ifigenia y el cese de los vientos.
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