Trabajo integrador Historia El restaurador de leyes | Page 3

La madrid

fue un militar argentino, guerrero de la Independencia argentina, de las guerras civiles y líder del partido unitario

CoNflicto unitario

Alan slachta

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A fines de 1827, todas las provincias estaban en manos de miembros del partido federal después de la renuncia de Rivadavia, gobernaba la provincia de Buenos Aires Manuel Dorrego excepto la provincia de Salta. Esta última, en septiembre, vivió el alzamiento del federal Pablo Latorre, así Gorriti, Puch y el refugiado Lamadrid siguieron el camino del Despoblado rumbo al exilio boliviano.23​

La Guerra del Brasil había sido la excusa para la formación de la Presidencia. El éxito de la campaña terrestre contrastaba con el fracaso en levantar el bloqueo sobre los puertos argentinos por parte de la flota brasileña. Eso llevó a un desafortunado tratado de paz firmado por Manuel José García, el enviado del presidente Rivadavia, que al ser conocido le costó la general oposición de la población de Buenos Aires, y presumiblemente, también del resto del país.

El partido unitario había perdido el control de casi todas las provincias, con la excepción de Buenos Aires y Salta. La oposición, dirigida por Manuel Dorrego, había avanzado mucho en Buenos Aires. Y el desastroso tratado de paz firmado por García, eran ya demasiado para Rivadavia. Renunció a la presidencia.

El Congreso llamó a elecciones para la provincia de Buenos Aires, en que ganaron los federales: Dorrego fue electo gobernador, y poco después se disolvía el Congreso.

El triunfo del partido federal era prácticamente total. Dorrego se entendió con los dirigentes federales del interior, que le delegaron las dos atribuciones que quedaban de un gobierno nacional: la responsabilidad por lo que quedaba del ejército en campaña en la Banda Oriental, y las relaciones exteriores de todas ellas, incluida la capacidad de decidir sobre las relaciones de paz y de guerra. Era un rudimento de gobierno nacional, limitado a las funciones mínimas de un gobierno en lo que respecta a las relaciones exteriores. Las provincias conservaron su autonomía casi absoluta.

El Ejército del Norte se desvió de su misión original de hacer la guerra en el Alto Perú para enfrentar a las montoneras federales del litoral, y a órdenes de Juan Bautista Bustos fue trasladado a Córdoba. Allí se enfrentó con los santafesinos de Estanislao López y peleó en la batalla de La Herradura. Después de la batalla, Bustos decidió no continuar con la guerra civil, ya que no era para eso que ninguno de ellos se había enrolado. Lamadrid se ofreció a arrestarlo y "pegarle cuatro tiros", pero Belgrano no lo autorizó. A fines de 1819, el general abandonó el ejército hacia Tucumán, harto también él de esta guerra fraticida.

Al estallar el Motín de Arequito, por el que la mayor parte del Ejército se negó a seguir la guerra civil, Lamadrid quiso atacar a los sublevados, pero nada pudo hacer sin sus hombres, que se unieron a la rebelión.

Se retiró a Buenos Aires, donde se dedicó a tratar de sostener a todo trance al gobierno de turno, pero no lograba saber con precisión a quién obedecer. Acompañó a Manuel Dorrego en la campaña hacia Santa Fe contra los caudillos autonomistas pero no estuvo en la Batalla de Gamonal. Hizo también una breve campaña al sur de la provincia de Buenos Aires, en la que conoció al entonces coronel Juan Manuel de Rosas, que le causó una agradable impresión.

Se retiró del ejército y se dedicó a trabajar en el campo en San Miguel del Monte (muy cerca de la estancia de Rosas). Fue llamado nuevamente al ejército para acompañar al gobernador salteño Arenales, que se disponía a avanzar sobre el Alto Perú, a enfrentar al último jefe realista. Pero apenas entrados en el Alto Perú, se encontraron con que Sucre había ya obtenido su independencia de la corona de España (declarada el 6 de agosto de 1825) y separado a Bolivia del territorio argentino.