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De origen mayoritariamente asiático, las especias eran consideradas en la antigüedad auténticos tesoros. Al punto de que se utilizaban frecuentemente como moneda de cambio y algunas llegaron a ser más valiosas que el propio oro.
Todo esto se debía a sus propiedades conservantes, aromatizantes y potenciadoras del sabor, así como sus conocidas capacidades terapéuticas. Estas características, sumadas a la gran variedad de especias y hieras aromáticas y a su versatilidad en la cocina las convierten en productos que, sin duda, valen su peso en oro.