TOM SOWYER Tom Sawyer - Mark Twain | Page 159

Tom Sawyer www.librosmaravillosos.com Mark Twain contestaba con un graznido sepulcral. Los dos estaban intimidados por aquella solemnidad y hablaban poco. Cuando juzgaron que serían las doce, señalaron dónde caía la sombra trazada por la luna y empezaron a cavar. Las esperanzas crecían. Su interés era cada vez más intenso, y su laboriosidad no le iba a la zaga. El hoyo se hacía más y más profundo; pero cada vez que les daba el corazón un vuelco al sentir que el pico tropezaba en algo, sólo era para sufrir un nuevo desengaño: no era sino una piedra o una raíz. -Es inútil -dijo Tom al fin-, Huck, nos hemos equivocado otra vez. -Pues no podemos equivocarnos. Señalemos la sombra justo donde estaba. -Ya lo sé, pero hay otra cosa. -¿Cuál? -Que no hicimos más que figurarnos la hora. Puede ser que fuera demasiado temprano o demasiado tarde. Huck dejó caer la pala. -¡Eso es! -dijo-. Ahí está el inconveniente. Tenemos que desistir de éste. Nunca podremos saber la hora justa y, además, es cosa de mucho miedo a esta hora de la noche, con brujas y aparecidos rondando por ahí, de esa manera. Todo el tiempo me está pareciendo que tengo alguien detrás de mí, y no me atrevo a volver la cabeza porque puede ser que haya otro delante, aguardando la ocasión. Tengo la carne de gallina desde que estoy aquí. -También a mí me pasa lo mismo, Huck. Casi siempre meten dentro un difunto cuando entierran un tesoro debajo de un árbol, para que esté allí guardándolo. -¡Cristo! -Sí que lo hacen. Siempre lo oí decir. Tom, a mí no me gusta andar haciendo tonterías donde hay gente muerta. Aunque uno no quiera, se mete en enredos con ellos; tenlo por seguro. -A mí tampoco me gusta hurgarlos. Figúrate que hubiera aquí uno y sacase la calavera y nos dijera algo. -¡Cállate, Tom! Es terrible. -Sí que lo es. Yo no estoy nada tranquilo. -Oye, Tom, vamos a dejar esto y a probar en cualquier otro sitio. -Mejor será. 159 Preparado por Patricio Barros