Ciencia Ficción Pura Dura
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Bajo lentamente el acantilado por los puntos de menor peligro de caída tal y como le mostraba el báculo, al llegar a la playa formada por la laguna se dio cuenta que lo que desde arriba parecía tierra arcillosa era sin embargo un manto de granos minúsculos que cubrían toda la playa húmeda alimentándose del polvo, el sol y los seres que vivian y morían allí. de repente, algo se movia por debajo de ese manto, algo del tamaño de un perro mediano
.-cronos que es eso, tienes preparado tu dardo eléctrico
.-es herbívoro, como la mayoría de las especies terrestres, la amenaza carnívora viene del cielo y del agua no de la tierra, el ecosistemase mantiene estable por los parásitos, no existen especies terrestres mayores que sus presas, si no más pequeñas que las utilizan como huéspedes.
.-utilizaremos el dardo eléctrico de todos modos asegurándonos de que no es un espécimen en crianza para que no haya amenaza hostil por parte de sus progenitores. Necesitamos un examen completo de este ser, lo habitual, resonancia magnética, rayos, etc.; todo lo no invasivo cuando hayamos teminado lo dejaremos libre y en el mismo estado sin sin mayor extrés que cuando lo encontramos.
Apuntaré el baculo hacia el y tu calibra una carga leve no dañina, después haré una punción en una extremidad y calibrarás una dosis química de veinte minutos de letargo adecuada a su biología, con la vara del baculo ,preparado, ¡ya!.
Cuando el ser apareció entre el manto de musgo era mucho más grande de lo que pensaba en un principio Rem. El báculo confirmo el peso de ciento ochenta kilos, no cabía duda, era todo un nematodo prehistórico, surgido de la memoria del ADN de una especie marina adaptada y mutada por la radiación, surgió de un corte de ADN tan sutil y eficaz que había hecho resurgir esta especie, cuya información había sido almacenada durante millones de años en su material genético. Mientras la examinaba sintió la necesidad de infectarla con el virus de ARN del material genético humano y empezar su misión en ese mismo momento pero sabia bien que en un ecosistema tan pequeño como el de esas lagunas, ese ser aplastado de menos de un metro de alto, torpe, de gran superficie y víctima de los parasitos, no era el mejor ni más numeroso huesped de la humanidad. Después miró la laguna verde, el acantilado, miro sus manos, las heridas del viaje; su estomago estaba vacio; su soledad; miró el avismo, rezó al origen de