"La Tona"
Se describe en él la forma ruda, primitiva y casi inhumana, cómo Crisanta, una indiecita muy joven, se dispone ella sola y luego ayudada por la vieja comadrona del lugar, a dar a luz.
La acción sucede en Tapijulapa, "el pueblo de indios pastores", y gracias a la intervención de un medico se resuelve con final feliz.
"El cenzontle y la vereda"
Irónico a la par que doloroso testimonio, relata un incidente con unos indios a quienes se obsequiaron ciertas píldoras para combatir el paludismo, y ellos, en vez de ingerirlas, sólo habían atinado a ponérselas a modo de "collar de comprimidos de quinina, bermejos y brillantes" para que el mal no se les acerque, en la creencia de que éste "le tiene miedo al sartal de piedras milagrosas".
"El diosero"
El más impactante es "El diosero", cuento que da nombre al volumen completo y literariamente uno de los mejores de éste.
El protagonista es Kai-Lan, "señor del caribal de Puná", gran sacerdote y cacique de los lacandones, personaje cuya misión y poder consiste en moldear "deidades doblegadoras de las pasiones, moderadoras de los fenómenos naturales que en la selva se desencadenan con furia diabólica, domadoras de bestias, amparo contra serpientes y sabandijas y resguardo opuesto a los hombres malos del más allá de los bosques".
El Diosero