EL AMOR MILLENNIAL
VS
EL ROMANTICISMO
Con el paso de los años nuestra sociedad y las cos-
tumbres han cambiado drásticamente en cuanto al
amor; esto se ve claramente reflejado en los detalles y
el tipo de citas que se acostumbra tener. En otras épo-
cas donde un detalle como el regalar una flor o abrir la
puerta del coche era lo esperado, hoy se ve sustituido
por un mensaje de texto o un "like" por Facebook.
lar flores o chocolates a la chica que le gusta, pagar
la cuenta de la cena o llevar serenata a la puerta de
la casa. Unos años atrás, esta clase de cosas podrían
considerare como lo mínimo esperado.
En la actualidad los jóvenes son más prácticos, tal vez
más directos, en las cuestiones del amor. La tecnolo-
gía, la igualdad de género y la comunicación informal
rige sus vidas, lo que influye lógicamente en la bús-
queda de pareja.
Los millennials nos enseñan una vez más que su ma-
nera de vivir la vida y de ver las cosas es totalmente
diferente y en cuestiones de amor, no se quedan atrás.
Es real que esta generación ha dejado como segunda
opción el romanticismo, anteponiendo la tecnología y
las cosas simples.
La propuesta puede ser ¿por qué no combinar las dos
épocas? Sería ideal poder vivir esta época de las redes
sociales, los mensajes por whatsapp y las citas progra-
mas en línea y a la vez, disfrutar de cierta etiqueta ro-
mántica, de recibir detalles inesperados, de más flirteo
antes de los compromisos directos.
El doctor Walter Ghedin, psiquiatra y psicoterapeuta
norteamericano, menciona que esta generación en
particular da prioridad a la comunicación virtual, es
por esto que con el paso de los años los detalles han
ido perdiendo su lado romántico, en comparación a lo
que se experimentaba en otras generaciones.
Este amor a la antigua podría sacar lo mejor de ambas
partes y, sobre todo, inyectar un poco de más de sen-
timentalismo en cada día, para volver a la época donde
"estar enamorado era más fácil".
Existen características notables en los millennials, una
de ellas es la falta de compromiso y la dificultad de
poder establecerse. Es normal que al ser independien-
tes y autónomos el valor personal de cada persona se
anteponga ante cualquier situación, dejando a un lado
completamente el buscar pareja o incluso estar intere-
sados en esto.
¿Cómo era el amor en tiempos anteriores? ¿Cuá-
les eran sus citas?
Sin ir tan lejos, una o dos generaciones atrás, las citas
acostumbradas eran más formales: una tarde de cine,
un paseo por el parque, una cena a la luz de las velas.
Y no hablar de los detalles ¿Llevar flores en la prime-
ra cita? ¿Usar traje o vestido? Cosas simples y tal vez
sin tanto valor económico complementaban cualquier
encuentro y elevaban el romanticismo del momento.
No olvidemos que la caballerosidad era un elemento
fundamental. Aunque aún existen hombres con esta
cualidad, cada vez es más difícil encontrar a uno que
se muestre con el gesto de abrir la puerta o de rega-
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