Carta Editorial
Desde hace semanas la portada de Vogue
llamó mi atención. Y más allá de la
presencia fuerte de Karen Vega, es el notar
que, más allá del glamour característico que
sus portadas tienen, el elemento que dota lo
tradicional, la naturaleza, la esencia del espíritu
ancestral que aún se mantiene tanto en la piel de
Karen, como en todo el concepto que recrearon.
La magia de las portadas de este estilo es eso, que van
más allá de lo estético. Nos dotan de orgullo. Tal como
la edición de aniversario donde retrataron a María Lorena
Ramírez, una joven corredora rarámuri, sobre un montículo
de piedras, ante el sol, portando su tradicional vestimenta que
incluye unos huaraches y un vestido naranja. Podemos verla empoderada,
como una mujer que no se detiene ante nada y que puede
lograrlo todo. Lo mismo proyectó la portada de Yalitza. Bellísima,
por cierto.
¿A qué voy con esto? Poco a poco -y aunque en algunos casos más difícilestamos
rompiendo esas barreras absurdas que se tiene hacia estas comunidades
y más en el mundo de la moda. Debemos entender que ellos son la
parte más pura de nuestras tradiciones, nuestra historia. Su piel tiene el color
que nos caracteriza, esa esencia del mexicano fuerte, trabajador, persistente…
que lucha por sus sueños y gana. Porque lo hace a la mexicana y lo hace bien.
Estas mujeres son inspiración. Más allá de las demás celebridades presentadas, me
quedo con estas ediciones más tradicionales. Mostrando lo mejor de México: sus mujeres.
Esas que llevan las raíces, la tradición de sus ancestros en las venas, en la piel, en los
ojos y sonrisas. Pero que también llevan el orgullo, el talento y la inteligencia de saber brillar
por sus propios medios. Sí, con esas mujeres me quedo. Porque más allá de las ropas o accesorios.
Son mujeres que están marcando el camino, no solo para las comunidades indígenas, sino
para todas en general.
-RM