tvc.dsj.org | June 11, 2019
NOTICIAS EN ESPAÑOL
19
Homilía del Obispo Oscar Cantú...
Continua de la pagina 18
la iglesia y nos abriéramos puertas de
oportunidades en el futuro. Me enor-
gullecía trabajar para mi matrícula en
la escuela secundaria, pintando aulas y
cortando el césped del campo de fútbol.
Esta experiencia me ayudó a valorar
aún más mi propia educación.
Me complace apoyar la reciente
creación de un fondo de becas a nivel
diocesano para escuelas católicas. Este
fondo está destinado a beneficiar a
nuestras familias que desean una edu-
cación católica para sus hijos, pero que
necesitan ayuda para pagar la matrícu-
la, como hizo mi familia hace cuarenta
y cincuenta años atrás. Haré todo lo
que esté a mi alcance para ayudar a
que el Programa del Ángel Guardián
crezca, para que podamos ayudar a
las familias a tener las oportunidades
que mis hermanos y yo tuvimos hace
muchos años, y que nos han servido
bien, y a las personas a las que ahora
servimos!
Al mirar hacia un futuro cercano,
siento el llamado a la acción de tres
maneras.
Una Cultura de Vocaciones:
Mientras que la sociedad ha cam-
biado dramáticamente en las últimas
décadas, el corazón humano continúa
buscando a Dios: a buscar lo que es
verdadero, a amar lo que es bueno y
a evocar lo que es bello. Dios sigue
llamando a las puertas de nuestros
corazones, incluso hoy. Nos llama a una
relación amorosa y agraciada. Entre el
panorama de las vocaciones, Dios llama
a la mayoría de los fieles a la hermosa y
desafiante vocación del matrimonio y
la vida familiar. Qué importante es que
veamos esto como un llamado, ya que
nuestros matrimonios y familias se for-
talecen y profundizan por la presencia
reconocida de Dios. Sin embargo, otros
están llamados a la vida de solteros,
en la cual uno puede participar en
una variedad de oportunidades para
servir a la iglesia y a la comunidad
en general, compartiendo lo que Dios
les ha dado. Y, sin embargo, otros son
llamados a la vida consagrada, en una
vida de oración y testimonio del Evan-
gelio, mientras que otros son llamados
al ministerio ordenado como diáconos
y sacerdotes. Mi gran deseo es que
creamos intencionalmente una cultura
de vocaciones en nuestros hogares, en
nuestras parroquias, en nuestros gru-
pos de jóvenes, en nuestras aulas y en
reuniones sociales. Plantemos la semi-
lla de la llamada de Dios y reguémosla
con agua de oraciones. Esta nueva ini-
ciativa, que llamo “Crear una cultura
de vocaciones”, nos permitirá no solo
orar por las vocaciones, sino también
dialogar como familias y en los salones
de clase sobre la realidad del llamado
de Dios y cómo podemos sintonizar
nuestros corazones con el de Dios, es-
cuchar y responder a su llamada.
Una Cultura de Encuentro:
El Papa Francisco nos ha llamado a
crear una “Cultura de Encuentro”. Este
es un llamado a ir a las periferias de
nuestras experiencias y encontrarnos
con las que normalmente no nos encon-
tramos: las de otras culturas, otras reli-
giones, otros grupos socioeconómicos.
Además, es un llamado a encontrarse
con las “personas pequeñas”, las per-
sonas a veces “invisibles”, comenzando
por los no nacidos, los desamparados,
los inmigrantes, los refugiados, los
afligidos, los pobres y los ancianos,
aquellos que no tienen voz.
Como lo expresó el Papa Francisco,
“Todos ellos tienen algo en común con
nosotros: son imágenes de Dios, son
hijos de Dios”.
Cuando me asignaron como pastor
por primera vez en Houston, fue en
mi parroquia, donde me bautizaron y
crecí. Mi madre aún era parroquiana,
¡así que tuve la experiencia de que ella
corrigiera mis homilías semanalmente!
Cuando estaba desempacando cajas
en mi oficina, un feligrés llamó a la
puerta, entró y simplemente me en-
tregó un sobre, diciendo: “Esto es suyo”,
luego se dio la vuelta y se fue. Me quedé
perplejo. Conocí al caballero, el señor
González, un miembro muy respetado
de la parroquia. Crecí con sus hijos, fui
a la escuela con ellos, jugaba baloncesto
con ellos.
El sobre estaba amarillento por la
edad. Lo abrí y saqué la carta. Tenía
la fecha del 17 de julio de 1968. Estaba
dirigida a la Sociedad de San Vicente de
Paul de la Parroquia del Santo Nombre
Fue escrito a máquina, en español:
“A quien Corresponda: Por medio
de estas líneas queremos expresar a
ustedes nuestro agradecimiento a ust-
edes de la Sociedad de San Vicente de
Paul, pues recientemente en dos oca-
siones hemos sido favorecidos por esta
sociedad con el envío de comestibles
que nos han sido de gran utilidad ya
que actualmente estamos pasando por
una situación de estrechez a causa de
enfermedad y operación. Y su ayuda
como ya lo indicamos nos ha llegado
muy oportuna y ha salvado en gran
parte nuestro actual problema.
Que Dios siga derramando bendi-
ciones sobre todos los miembros de
esta sociedad por la gran obra que están
realizando.”
Reconocí la firma en la parte inferi-
or: Ramiro y María Cantú, mis padres.
Hace cincuenta años, la Iglesia fue
a las periferias para llevar el mensaje y
la obra del Evangelio. Sucedió que era
mi familia la que estaba al margen en
ese momento; Yo era el miembro más
pequeño de la familia a los 18 meses
de edad.
Nunca sabemos a quién estamos
encontrando cuando vamos a las
periferias, podemos estar seguros de
que siempre tendrán la imagen y la
semejanza de Dios. Y algún día, pueden
estar sirviéndonos.
Cultura de Innovación:
Eso me lleva a mi desafío final: una
cultura de innovación. El Valle del
Silicio es conocido como un lugar de
innovación. Una vez que nos hemos en-
contrado como hijos de Dios, ¿podemos
desafiar a este Valle a poner su ingenio
y habilidades de innovación para re-
solver algunos de los problemas más
apremiantes de la sociedad?
Aprendiendo poco a poco sobre la
diócesis, leo las noticias diariamente y
semanalmente, y he seguido con gran
interés y preocupación la crisis de la
vivienda y sus efectos. He visto una
tremenda disparidad socioeconómica
que llega a un nivel fundamental: la
capacidad de sobrevivir en este valle.
Muchas familias se han visto obligadas
a mudarse fuera del condado e incluso
fuera del estado. Junto con muchos
otros, me preocupa la capacidad del
valle para albergar a maestros y bomb-
eros, trabajadores de la industria de
servicios y oficiales de policía. ¿Cómo
pueden las familias de clase trabaja-
dora sobrevivir en este valle? Estas son
personas con roles necesarios para el
funcionamiento de cualquier sociedad.
Me preocupa que, para muchos, El
Valle del Silicio se haya convertido en
un “valle oscuro” de desesperación.
Necesitamos desesperadamente aquí
al Buen Pastor. Jesús, el Buen Pastor,
comparte los deberes de pastoreo
con los que ocupan puestos clave:
los padres pastorean a sus hijos, los
maestros pastorean a sus estudiantes,
los servidores públicos pueden pas-
torear a sus electores, el público puede
pastorear y ayudar a concordar las
políticas públicas, los líderes de la in-
dustria privada (especialmente en este
Valle) ¡Pueden usar su ingenio no solo
para la tecnología sino también para
la humanidad! Estoy ansioso por una
conversación en la que los interesados
puedan resolver esta crisis y crear una
cultura de innovación para el bien de la
humanidad, para el bien de la sociedad,
para el bien de nuestras familias, para
la dignidad de la persona humana.
También debemos usar nuestro
ingenio para proteger el primer regalo
que Dios nos dio: la creación. Con in-
genio y valor podemos preservar y
proteger los recursos naturales que
Dios nos dio para cuidarlos y usarlos
bien. De hecho, este fue el primer man-
damiento que Dios nos dio: cultivar la
tierra, es decir, cuidar la creación.
Estas iniciativas y programas espe-
cíficos son parte de una preocupación
y un alcance más amplios de la iglesia
local para dar testimonio de Cristo en
nuestras vidas, para predicar en todo
momento, en tiempo y fuera de tiempo.
Son parte de un esfuerzo más amplio
para que podamos encontrarnos nue-
vamente con Cristo y volver a enam-
orarnos de nuestro Dios. Son parte de
un esfuerzo mayor para proclamar la
dignidad de la persona humana desde
el vientre materno hasta la muerte
natural. Nos preocupan los niños no
nacidos y los niños en la frontera, las
madres que están asustadas, ya sea que
estén embarazadas en la soledad de
su apartamento o en la frontera esca-
pando de la violencia en sus países de
origen. Nos acercamos a las víctimas y
sus familias y defendemos el derecho
a la vida y la posibilidad de redimir
incluso a los culpables. Promovemos
la disponibilidad de servicios de salud
mental y la accesibilidad de la atención
médica. Estamos agradecidos por el
trabajo tremendo y a menudo silencioso
de Caridades Católicas, que ayuda a
albergar a las personas sin hogar, a
reubicar a los refugiados y las víctimas
de la trata, a asistir a los inmigrantes,
a aconsejar a los que tienen problemas
y a alimentar a los pobres y ancianos.
Lo hacen en nuestro nombre: estamos
orgullosos y agradecidos.
En los últimos 25 años, he dedi-
cado mi vida al servicio en la iglesia:
predicando y enseñando, dirigiendo
oración y servicios, guiando parroquias
y diócesis para caminar humildemente
con nuestro Dios. Hoy, me dedico de
nuevo a servirles a ustedes, la iglesia
local de este valle bendito. Que todos
podamos ayudar a crear una cultura de
vocaciones, participar en una cultura
de encuentro y abrazar una cultura de
innovación para el bien de la humani-
dad. ¡Que el Valle de Santa Clara se con-
vierta, a través del esfuerzo conjunto de
todos nosotros, en el Valle del Deleite
de las Almas!