The Linnet's Wings | Page 27

WINTER ' FOURTEEN Había una vez un hombre y una mujer que vivían solos y desconsolados por no tener hijos, hasta que, por fin, la mujer concibió la esperanza de que Dios Nuestro Señor se disponía a satisfacer su anhelo. La casa en que vivían tenía en la pared trasera una ventanita que daba a un magnífico jardín, en el que crecían espléndidas flores y plantas; pero estaba rodeado de un alto muro y nadie osaba entrar en él, ya que pertenecía a una bruja muy poderosa y temida de todo el mundo. "¡Ay!" exclamó ella, "me moriré si no puedo comer las verdezuelas del jardín que hay detrás de nuestra casa. " El hombre, que quería mucho a su esposa, pensó: "Antes que dejarla morir conseguiré las verdezuelas, cueste lo que cueste." Y, al anochecer, saltó el muro del jardín de la bruja, arrancó precipitadamente un puñado de verdezuelas y las llevó a su mujer. Ésta se preparó enseguida una ensalada y se la comió muy a gusto; y tanto le y tanto le gustaron, que, al día siguiente, su afán era tres veces más intenso. Si quería gozar There once lived a man and his wife who had long de paz, el marido debía saltar nuevamente al wished in vain for a child. Now there was at the back jardín. Y así lo hizo, al anochecer. Pero apenas of their house a little window which overlooked a había puesto los pies en el suelo, tuvo un terrible beautiful garden full of the finest vegetables and flowers; sobresalto, pues vio surgir ante sí la bruja. "¿Cómo but there was a high wall all round it, and no one te atreves," díjole ésta con mirada iracunda, "a ventured into it, for it belonged to a witch of great entrar cual un ladrón en mi jardín y robarme las might, and of whom all the world was afraid. verdezuelas? Lo pagarás muy caro." Un día asomóse la mujer a aquella ventana a contemplar el jardín, y vio un bancal plantado de hermosísimas verdezuelas, tan frescas y verdes, que despertaron en ella un violento antojo de comerlas. El antojo fue en aumento cada día que pasaba, y como la mujer lo creía irrealizable, iba perdiendo la color y desmirriándose, a ojos vistas. Viéndola tan desmejorada, le preguntó asustado su marido: "¿Qué te ocurre, mujer?" One day that the wife was standing at the window, and looking into the garden, she saw a bed filled with the most beautiful rampion, and it looked so fresh and green that she began to wish for some and at length she longed for it greatly. This went on for days, and as she knew she could not get the rampion, she pined away, and grew pale and miserable. Then the man was uneasy, and 6