ENTREVISTA
Mucho se ha escrito acerca de su carácter “visionario”, su capacidad para imaginar cómo sería el futuro de la sociedad y describir en sus novelas algunos artefactos e inventos que hoy consideramos cotidianos: el submarino, el helicóptero, el metro, las naves espaciales, internet, motores de combustión interna y eléctrica, armas de destrucción masiva entre otras.
la realidad es más ordinaria, y podemos decir que son dos los motivos por los que nuestro ilustre personaje parece que se adelanta a su tiempo: uno es su desbordante imaginación, y otro, su gran curiosidad e interés por la ciencia. Dejemos que sea el mismo quien nos explique:
“Bueno, en ningún momento he aparentado ser un científico, pero me siento afortunado por haber nacido en una época de notables descubrimientos, y quizás invenciones aún más maravillosas”.
“Usted sin duda será consciente”, intervino Madame Verne, con orgullo, “que muchos fenómenos científicos aparentemente imposibles de las novelas de mi marido se han hecho realidad”.
“No lo veo así”, exclamó el señor Verne con desaprobación, “es una mera coincidencia, y es sin duda debido al hecho de que incluso cuando invento fenómenos científicos siempre trato y consigo hacer que todo parezca tan verdadero y simple como sea posible. En cuanto a la exactitud de mis descripciones, se lo debo en gran parte al hecho de que, incluso antes de empezar a escribir las historias, tomo muchas notas de cada libro, periódico, revista o informe científico que me encuentro. Estas notas eran, y son, clasificadas de acuerdo al tema que tratan, y no tengo ni que decirle lo valiosas que muchas de ellas han sido para mí”.
“Estoy suscrito a más de veinte periódicos”, continuó, “y soy un frecuente lector de cada publicación científica; incluso al margen de mi trabajo, disfruto con entusiasmo al leer o escuchar acerca de cualquier nuevo descubrimiento o experimento en los mundos de la ciencia, la astronomía, la meteorología, o la fisiología”