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Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales
la reconstrucción de un centro de peregrinación
muy popular, Nôtre Dame du Haut, entre Franche-Comté y Alsacia.
Las condiciones de máxima libertad creativa, el encanto del lugar donde había estado la
antigua iglesia destruida durante un bombardeo, el
carácter popular y colectivo de los encuentros que
la gente de la región celebraba una o dos veces al
año, acabaron por convencer a Le Corbusier para
aceptar el encargo al que seguirían otros edificios
religiosos como el Convento de los Dominicos de
la Tourette (1957) y la Iglesia de Firminy (1960).
El templo es la casa de un dios. Proyectar
y construir un templo es, como en el pensamiento
de Adolf Loos, la experiencia de poner la edificación al servicio de la producción de valores. Pero,
al mismo tiempo, la construcción del templo y de
la casa esencial tienen muchos puntos en común.
A lo largo de la historia, al menos desde Vitruvio, la arquitectura sacra ha nacido de una esencialización de los valores primarios de la arquitectura de la casa.
Estructuras básicas, decisiones precisas,
relaciones exactas, son las que hacen que estas
casas del espíritu sean un problema nada diferente o especial; más bien son una de las vías a
través de las cuales la arquitectura es convocada
a decir lo fundamental que conmueve a los individuos y a los grupos sociales.
Ciertamente, desde una cultura laica, el
templo no es el único valor extremo al que
la arquitectura puede apelar. La solidaridad, la
libertad, el saber, la justicia son nociones sólo
aparentemente abstractas pues, en realidad, su
territorio y su fuerza son totalmente reales y tangibles en una sociedad mínimamente cohesionada.
Pero, incluso desde nuestra cultura laica, el
templo, la iglesia-templo cristiano, sigue siendo
el lugar donde se convocan valores trascendentales que una sociedad pluralista acepta interpretar de manera solidaria y diferenciada, según las
convicciones o las creencias de los individuos.
¿Cómo afronta Le Corbusier el reto de
construir la arquitectura de un templo a mediados del siglo XX? En gran parte, Ronchamp es
una reflexión sobre el silencio, la luz y el espacio
sagrado de ciertos recintos. Y esto Le Corbusier
se lo propone en el contexto del encuentro colectivo. Producir un espacio silencioso pero colectivo donde la sutileza de la luz esté determinada
por elementos arquitectónicos esenciales, parece
ser el punto de partida para la invención de esta
moderna casa del dios. Le Corbusier lleva a la
superfície toda una serie de experiencias arquitectónicas personales que para él habían sido
fundamentales.
Los muros y su grosor cierran un recinto.
La cubierta de este recinto como una capilla
poderosa y etérea, cargando al mismo tiempo
y flotando sobre los muros. La canalización y
administración de la luz, como técnica prácticamente escenográfica para producir la singularidad y la magia del lugar en una interpretación contrarreformista, por cierto, de lo que es
el espacio sagrado. La tensión entre el interior
tranquilo y relajado y el exterior pintoresquista,
colectivo, animado de visiones y de concentraciones. A través de lo que podía quedar en su
memoria sobre todo de arquitecturas del mundo
antiguo y de las arquitecturas anónimas del mediterráneo, Le Corbusier construye un recinto contundente, unos pasajes desde el interior al exterior y desde el exterior al interior tensionados
por la tersura del tratamiento de las puertas y por
la brillantez ornamental de sus superficies.
© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.