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22 Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales ángulo en el que se procura el espacio principal del estar y del descanso. Otro ángulo, ocupado por una cocina mínima, lavaplatos que hace las veces de lavabo, y una mesa para comer abatible, definen esta máquina de alimentación que, eficaz y exacta, ocupa menos de una cuarta parte de los escasos 14 m2 de la superficie total. En el ángulo opuesto, un armario define el cerramiento que separa el espacio principal del recibidor o entrada. ¿Se advierte cómo, incluso en este ambiente casi salvaje, el prejuicio burgués de proponer un espacio de control de las entradas y salidas de la casa parece imprescindible? Finalmente, en el cuarto ángulo, una cabina mínima aísla el W.C. del resto de espacios - funciones. Lo que es importante en esta vivienda esencial, es la jerarquía de los espacios, las prioridades otorgadas a las funciones que se consideran imprescindibles, la importancia concedida a las visiones del paisaje exterior a través de ventanas colocadas en la justa medida para llegar a mirar exactamente cuando se está de pie, sentado o estirado, y también la confianza en que el orden numérico de las medidas de las distintas partes conseguirá una cierta armonía formal más allá de las prosaicas funciones a las que el proyecto otorga atención. El análisis de la casa primordial en la obra de Le Corbusier descubre inmediatamente que las intenciones del arquitecto van mucho más allá de lo que se acostumbra entender por respuesta funcional. Las casas lecorbusierianas no se contentan con la dotación de los espacios mínimos para desarrollar lo que se considerarían funciones imprescindibles. Más allá de esta condición necesaria, estas casas ordenan estas funciones, las jerarquizan y, lo que es más importante, proponen un ritual para la plena posesión de aque- llo que la arquitectura ha imaginado como propuesta de vida. Sería fácil comparar estas casas mínimas con los nada mínimos espacios que constituyen la vivienda en culturas como la japonesa, la de los ksur del Atlas o la de las casas de los indios mayas en el Yucatán. Dado que la casa es una propuesta de cultura, no puede ser igual, de ningún modo, en situaciones culturales diferentes y con concepciones diversas de las relaciones personales, familiares, o con el trabajo y el paisaje que determinan totalmente el ritual del habitar. La arquitectura de la casa esencial acaba demostrándonos su conexión con los valores individuales y sociales, a los cuales, en última instancia, hace inequívoca referencia. Cuando Le Corbu sier, después de la segunda guerra mundial recibe algunos encargos “religiosos”, hay una cierta sorpresa ante el hecho de que los acepte siendo como era una persona agnóstica. Una primera experiencia negativa con la basílica enterrada de Sainte Baume (1948) creó en Le Corbusier una profunda desconfianza hacia los ambientes eclesiásticos. Tremendamente ambicioso, el conjunto de la iglesia de la Paz junto las residencias de su entorno, acciona los recuerdos más impactantes de aquello que había visto Le Corbusier en sus viajes por Italia, Grecia y Norte de África. En el clima patético de la reconstrucción después de la segunda guerra mundial, nadie puede escapar fácilmente a la relación que la arquitectura es capaz de establecer con los grandes temas de la existencia humana. Vida y muerte, paz y guerra, reencuentro colectivo, son, sin duda, palabras clave que Le Corbusier volverá a rememorar cuando en 1950 una comisión de patrimonio y del obispado de Besançon se entreviste con él para encargarle © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.