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Espacio
También el espacio doméstico y los lugares de trabajo pueden entrar dentro de estas coordenadas del espacio mediático, a base de contenedores y sistemas de objetos.
Este fenómeno tuvo un claro antecedente
en el proyecto de Robert Venturi para el Concurso del National College Hall of Fame en New
Brunswick (1967), con la fachada convertida
exclusivamente en centelleante pantalla electrónica y con el interior definido por elementos
mediáticos: rótulos, neones y anuncios. Un prototipo de esta nueva arquitectura es la Glass
Video Gallery en Groningen, proyectada en cristal por Bernard Tschumi (1991).
En segundo lugar, podemos situar los llamados no lugares, el fenómeno que Marc Augé
ha calificado como de espacios de la sobremodernidad y el anonimato, definidos por la sobreabundancia y el exceso.20 Son siempre espacios
relacionados con el transporte rápido, el consumo
y el ocio que se contraponen al concepto de lugar
de las culturas basadas en una tradición etnológica localizada en el tiempo y en el espacio, radicadas en la identidad entre cultura y lugar, en la
noción de permanencia y unidad.
En grandes centros comerciales y hoteles,
en autopistas, aeropuertos e intercambiadores, en
medios de transporte rápido como aviones, es
obligado acceder con una tarjeta de identificación
y probar siempre la inocencia. Los documentos
para identificarse no son los de la identidad y
el lenguaje humanos sino la carta de embarque,
el carnet de identidad, el pasaporte, la tarjeta de
crédito, el localizador, la acreditación. Son no
lugares en los cuales el usuario pretende pasar
lo más rápido posible. Quedar atrapado el menor
tiempo posible en el no-lugar que lleva de un
lugar a otro. En los grandes centros comercia-
les, el vacío de la plaza tradicional como lugar
de comunicación es sustituido por el lleno de los
objetos de consumo en el espacio de la competitividad y el anonimato. En las autopistas, franjas de no lugares atraviesan lugares que sólo se
anuncian pero nunca se visitan, que sólo se perciben velozmente.21 También los parques temáticos y las rutas reales y virtuales del turismo
generan redes y focos de no lugares en medio
de lugares auténticos. En los aviones se vive la
experiencia máxima del no lugar: deseo de duración mínima, de mínimo contacto con la realidad
de vientos y turbulencias: en definitiva, caída en
una experiencia narcotizante que permite anunciar a Paul Virilio que “la Opera de hoy es el
Boeing 747, nueva sala de proyección en la que
se intenta compensar la monotonía del viaje con
el atractivo de las imágenes, festival de las travesías aéreas, desurbanización pasajera en la
que la metrópolis de los sedentarios es sustituida
por las micrópolis nómadas y merced a la cual
el mundo sobrevolado pierde todo interés, hasta
el punto de que el confort subliminal del avión
s