me preguntéis que es lo siguiente que debe estudiarse, os
contestare: a sí mismo.
16. Quien conoce bien su ego inferior, conoce lo ilusorio del
mundo, conoce que las cosas son transitorias; y quien conoce
a su yo superior, conoce a Dios; conoce bien las cosas que
nunca cambian.
17. Tres veces bendito es el hombre que hace suyas propias la
pureza y el amor; ha sido redimido de los peligros del yo soy
inferior y es él mismo su yo soy superior.
18. El hombre busca la salvación del mal que se imagina que es
un monstruo viviente perteneciente a otro mundo y hace dioses
que no son sino demonios disfrazados; todopoderosos, pero
llenos de celos, odios y lascivia.
19. Cuyos favores tiene que comprar con costosos sacrificios
de frutos y de vidas de aves, animales y hombres.
20. Pero estos Dioses no tienen oídos para oír ni ojos para ver,
ni corazón para comprender, ni poder para salvar.
21. El mal es un mito; estos dioses son hechos de aire y están
vestidos con la sombra de un pensamiento.
22. El único diablo del que el hombre debe redimirse es su ego,
su yo inferior. Si el hombre ha de encontrar al diablo, tiene que
buscarlo dentro de sí mismo: su nombre es ego.
23. Si el hombre ha de encontrar a su salvador, tiene que
buscarlo dentro de sí mismo; y cuando el ego demonio ha sido
destronado, el salvador, el Amor será exaltado al trono del
poder.
24. El David de la Luz es Pureza, que mata al fuerte Goliat de la
obscuridad y que sienta al salvador, al Amor, en el trono.
Capítulo 9
Lecciones de Salomé. El hombre y la mujer. Filosofía de los modos
humanos. El Dios trino y uno. Los Siete. El Dios Tao.
1. Salomé enseñó la lección de ese día. Dijo: Todos los tiempos
no son iguales. Hoy las palabras del hombre pueden tener gran
poder; mañana la mujer enseña mejor.
2. En todos los caminos de la vida el hombre y la mujer
caminarán juntos; el uno sin el otro no es sino la mitad; cada
uno tiene su trabajo que hacer.
3. Pero todas las cosas nos enseñan; cada una tiene su tiempo
y su estación propios. El sol, la luna tienen lecciones suyas
propias para los hombres; pero cada uno enseña cuando el
tiempo le viene.