24. Pero cuando comparezcáis ante los jueces, no tengáis
miedo; no os preocupéis por lo que iréis a hacer o por las
palabras que debáis hablar.
25. La Santa Respiración os guiará en esa hora y os dará las
palabras que debáis hablar.
26. De esto debéis estar seguros: que no sois vosotros los que
habláis. Es la Santa Respiración la que os da la palabra, la que
mueve los labios.
27. El evangelio que prediquéis no traerá la paz, sino que
conmoverá las multitudes a la ira.
28. El hombre carnal odia la verdad y daría su vida para triturar
la planta tierna antes que llegue el tiempo de la cosecha.
29. Y esto traerá la confusión a los hogares que fueron hogares
de paz estancada.
30. Y el hermano entregará al hermano a la muerte; el padre se
presentará y verá ajusticiar a su hijo y en los tribunales el niño
testificará contra su padre y alegremente verá matar a su madre.
31. Y los hombres os odiarán justamente porque habláis el
nombre del Cristo.
32. Y tres veces benditos es el hombre que, en ese día venidero
de la ira, se mantenga fiel.
33. Id ahora. Cuando os persigan en un lugar buscad otro.
34. Y cuando encontréis un enemigo demasiado grande para
vosotros, mirad que el hijo del hombre está a la puerta y puede
hablar, y todas las huestes celestes salen a su defensa.
35. Pero no deis exagerada estima a vuestra vida presente.
36. El tiempo vendrá en que los hombres me quitarán la vida; no
debéis esperar ser inmunes, porque os mataran en el nombre
de Dios.
37. Los hombres me llaman Beelzebuth y a vosotros os
llamarán diablos.
38. No temáis lo que los hombres digan o hagan; no tienen
poder sobre el alma; pueden abusar y destruir la forma
corpórea, pero no pueden ir más allá.
39. No conocen al Dios que controla dentro de sus manos las
emanaciones del alma.
40. El Cristo es rey hoy, y los hombres tienen que reconocer su
poder.