13. El día siguiente era sábado; y Jesús fue con sus discípulos
a la sinagoga, y allí enseñó.
14. Las gentes decían: Enseña, no como enseñan los escribas y
los fariseos, sino como hombre que sabe y que esta autorizado
para hablar.
15. Y mientras Jesús hablaba, un obseso vino; los espíritus
malos que habían obsesionado a este hombre eran de la más
baja especie. Con frecuencia derribaban a su víctima al suelo o
sobre el fuego.
16. Y cuando los espíritus vieron al maestro cristiano en la
sinagoga, lo reconocieron y dijeron,
17. ¿Por qué, hijo de Dios: porqué estás aquí? ¿Vas a
destruimos antes de tiempo con la Palabra? No tenemos nada
en común contigo. Déjanos solos.
18. Pero Jesús les dijo: Hablo la Palabra que todo lo crea.
¡Salid! ¡Afuera! ¡No entormentéis más a este hombre! ¡Idos a
vuestro lugar! .
19. Entonces todos los espíritus no limpios arrojaron al hombre
en tierra, y con un grito horrible partieron.
20. Y Jesús levantó al hombre y le dijo: Si mantuvieras tu mente
plenamente ocupada con el bien. los malos espíritus no
encontrarían sitio en que estar.
21. Sólo entran en cabezas y corazones vacíos. Ándate y no
vuelvas a pecar.
22. Las gentes estaban asombradas de las palabras que Jesús
había dicho y del trabajo que acababa de hacer. Y entre ellos
decían:
23. ¿Quién es este hambre? ¿De dónde le viene todo este poder
que hasta los espíritus impuros le temen y huyen de él?.
24. El maestro cristiano salió de la sinagoga. Con Pedro,
Andrés, Santiago y Juan fueron a casa de Pedro donde una
paciente cercana de Pedro estaba enferma.
25. Y vino la mujer de Pedro, era su madre quien estaba
enferma.
26. Y Jesús tocó a la mujer acostada en su cama; habló la
Palabra; la fiebre cesó y la enferma se levantó y los sirvió.
27. Los vecinos oyeron lo que había ocurrido y empezaron a
traer a sus enfermos y a sus obsesos, y Jesús ponía sus manos
en ellos, y quedaban curados.