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432 Anastasio Ovejero Bernal son muchos y diferentes los caminos que llevan a la ciencia. Esta es una conclusión que actualmente en el campo de la psicología social, a diferencia de lo que ocurría hace tan sólo un par de décadas, ha conseguido un cierto consenso. Así, Crano y Brewer (1973), que antes de la crisis afirmaban que «el énfasis en someter todos los conceptos teóricos a la demostración empírica es básicamente lo que distingue al método científico de otras formas de indagación», tres años después, tras la crisis, ya dicen algo bien diferente, al señalar que la experimentación de laboratorio ya no puede ser utilizada como sinónimo de investigación psicosocial, y que debemos estar abiertos y receptivos a procedimientos provenientes de otras áreas de las ciencias sociales. Igualmente un psicólogo tan experimentalista como Doise llega a decir que «desde los escritos sobre la crisis de la psicología social ya no se pueden presentar, sin más, resultados de investigaciones, sobre todo experimentales, en esta disciplina» (1992, pág. 66). Tenemos, pues, una cosa ya clara: no hay un solo método para hacer ciencia, sino muchos. Ahora bien, lo que no debemos olvidar es que no todos son iguales en sus efectos. Cada método lleva a un tipo diferente de conocimiento, de lo que se desprenden dos cosas: primera, que cada disciplina exigirá un tipo diferente de método y, segundo, que debemos elegir un método u otro en función del tipo de conocimiento a que queremos llegar o, mejor, que queramos construir. Es más, me atrevería incluso a afirmar, con Ibáñez (1990, pág. 237), que «la teoría sustantiva a la que se recurre en una investigación da cuenta de una parte mucho más importante del conocimiento producido que el método utilizado para producirlo. En efecto, el determinante en última instancia del saber producido no radica tanto en las características de los métodos utilizados como en la potencia, el rigor y la adecuación del marco teórico y de los supuestos epistemológicos que guían la investigación y que permiten interpretar tanto las observaciones empíricas como los argumentos racionales. En este sentido, estoy convencido de que el eclecticismo metodológico no produce efectos tan negativos como los que resultan del eclecticismo teórico o epistemológico. Dicho de otra forma, el hecho de recurrir a métodos inspirados en una concepción positivista es menos perjudicial que el hecho de inspirarse en una epistemología positivista, aunque se utilicen métodos escasamente relacionados con esa tradición. Lo primero puede ser incluso beneficioso en ciertos casos, lo segundo acumula los problemas en todos los terrenos», como es el caso de buena parte de los conocimientos experimentales en psicología social. En todo caso, en su aplicación a las ciencias sociales, el método científico adquiere, pues, características peculiares a cada disciplina, de forma que el método científico que utiliza la física será muy diferente del que utiliza la antropología, por ejemplo. Y así, el método científico de las ciencias sociales tendrá que ser diferente del utilizado por las ciencias naturales, debido a las características peculiares de su objeto, la sociedad, la cual está constituida en último término por relaciones sociales que aunque se materialicen de formas diversas, son en su raíz inmateriales (principios, creencias, reglas morales, normas jurídicas, etc., pertenecientes al mundo de los