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El misterio de Marie Rogêt The Mystery of Marie Rogêt. Ladies’ Compartían, noviembre-diciembre de 1842, febrero de 1843 (37) Mary Cecilia Rogers, empleada del negocio de tabacos de John Anderson, en Liberty Street, Nueva York, fue asesinada en agosto de 1841. Poe parece haberse procurado todos los recortes periodísticos concernientes a este famoso crimen, y los delegó al chevalier Dupin, instalando la escena en París para exponer con más libertad su teoría, tendiente a probar que el asesinato había sido cometido por un solo individuo (un enamorado de la víctima) y no por una pandilla de malhechores. En general, este cuento ha merecido todos los reparos que se hacen a Los crímenes de la calle Morgue, sin ninguno de sus elogios. La carta robada The Purloined Letter. The Gift: A Christmas, New Year’s and Birthday Present, Nueva York, 1845 (53) Para Brownell, «el efecto de la desdeñosa altanería de Dupin predomina sobre el que produce su habilidad». Baldini ve en este cuento «una comedia en dos actos con tres interlocutores. Muy escasas son las referencias al margen del diálogo, destinadas solamente a ilustrar el ambiente donde se desenvuelve la escena y a sugerir, se diría, los movimientos de los actores encargados de representarla». La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall The unparalleled adventure of one Hans Pfaall. Southern Literary Messenger, junio de 1835. Título original: Hans Pfaall: A Tale (11) Padre del cuento policial, Poe lo es también del de anticipación científica, que Julio Verne, su discípulo directo, llevará al campo de la novela; con la diferencia, que alguien ha señalado acertadamente, de que Poe utiliza elementos científicos sin admirarlos ni creer en el progreso mecánico en sí, mientras Verne ilustra el entusiasmo finisecular por los descubrimientos y sus aplicaciones a la conquista de la naturaleza. Von Kempelen y su descubrimiento Von Kempelen and his Discovery. The Flag of Our Union, 14 de abril de 1849 (65) Poe quiso publicarlo como si se tratara de un hecho cierto, aprovechando el entusiasmo público por los descubrimientos auríferos en California, y la consiguiente «fiebre del oro»; las circunstancias no se prestaron a la farsa y el relato apareció como tal; de todos modos, a