Pero nuestro hombre de negocios no tiene prisa en cerrar trato con ninguno de ellos; ningún
hombre de negocios tiene prisa; y, sólo después de haber pasado un severo examen
concerniente a sus inclinaciones piadosas, los jóvenes son finalmente aceptados y, al mismo
tiempo, por vía de simple precaución, se los invita a hacer efectiva la fianza de cincuenta
dólares, por la cual la respetable firma de Bogs, Hogs, Logs, Frogs y Compañía libra el
correspondiente recibo. En la mañana del primero de cada mes la casera no presenta su
cuenta, como había prometido hacerlo; negligencia por la cual el director de la casa con
tantos ogs no habría dejado de reprenderla severamente, suponiendo que se hubiera
quedado un día o dos más en la ciudad para tal propósito.
Como es de suponer, la policía se ve abrumada de trabajo, corriendo inútilmente de un
lado a otro, y todo lo que puede hacer es declarar enfáticamente que aquel hombre de
negocios es n. e. i., letras que parecen corresponder a la muy clásica frase non es inventus.
Y entretanto los jóvenes postulantes ven mermar sensiblemente sus inclinaciones piadosas,
mientras la casera compra una excelente goma de borrar de un chelín, y con todo cuidado
suprime la nota a lápiz que algún tonto había escrito en la gran biblia familiar,
aprovechando los anchos márgenes de los Proverbios de Salomón.