inglés siempre está mejor escondido en Londres que en el extranjero.
Después de esta reflexión, que dio mucho que pensar al agente, el cónsul regresó a su
despacho, situado allí cerca. El inspector de policía se quedó solo, entregado a una
impaciencia nerviosa y con el extraiío presentimiento de que el ladrón debía estar a bordo del
"Mongolia"; y en verdad, si el tunante había salido de Inglaterra con intención de irse al
Nuevo Mundo, debía haber obtenido la preferencia del camino de la India, menos vigilado o
más difícil de vigilar que el Atlántico.
Fix no estuvo mucho tiempo entregado a sus reflexiones, porque la llegada del vapor fue
anunciada por algunos silbidos. Todo el tropel de ganapanes y de "fellahs" se precipitó sobre
el muelle en tumulto algo inquietante para los miembros y trajes de los pasajeros. Se
destacaron de la orilla unos diez faluchos para ir al encuentro del "Mongolia".
Pronto se percibió el gigantesco casco de este buque, que pasaba entre las márgenes del
canal, y daban las once cuando vino a atracar en la rada, mientras que el vapor se desprendía
con estrepitoso ruido por los tubos de escape de la máquina.
Eran los pasajeros bastante numerosos a bordo. Algunos se quedaron en el entrepuente
contemplando el pintoresco panorama de la ciudad, pero la mayor parte desembarcaron en las
lanchas que se habían arrimado al "Mongolia".
Fix examinaba escrupulosamente a todos los que desembarcaban.
En aquel momento se le acercó uno de ellos -después de haber repelido vigorosamente a los
"fellahs" que lo asediaban con sus ofertas de servicio- y le preguntó con mucha cortesía si
podía indicarle el despacho del agente consular inglés. Y al mismo tiempo, este pasajero
presentaba un pasaporte, sobre el cual deseaba que constase el visado británico.
Fix tomó instintivamente el pasaporte, y con rápida mirada lo leyó, escapándose por poco
cierto movimiento involuntario. El papel tembló en sus manos. Las señas que constaban en el
pasaporte eran idénticas a las que había recibido del director de la policía británica.
-Este pasaporte no es vuestro --dijo Fix al pasajero.
-No -respondió éste-, es el pasaporte de mi amo.
-¿Y vuestro amo?
-Se ha quedado a bordo.
-Pero -repuso el agente- es necesario que se presente en persona en el despacho del
consulado a fin de identificarlo.
-¿Y eso es necesario?
-Indispensable.
-¿Y dónde está la of X