pendiente de una correa de cordobán.» Porque vea vuestra merced si quien viene desta ralea podrá
dar su parecer en semejantes causas.
–Por eso digo –dijo el del Bosque– que nos dejemos de andar buscando aventuras; y, pues tenemos
hogazas, no busquemos tortas, y volvámonos a nuestras chozas, que allí nos hallará Dios, si Él
quiere.
–Hasta que mi amo llegue a Zaragoza, le serviré; que después todos nos entenderemos.
Finalmente, tanto hablaron y tanto bebieron los dos buenos escuderos, que tuvo necesidad el sueño
de atarles las lenguas y templarles la sed, que quitársela fuera imposible; y así, asidos entrambos de
la ya casi vacía bota, con los bocados a medio mascar en la boca, se quedaron dormidos, donde los
dejaremos por ahora, por contar lo que el Caballero del Bosque pasó con el de la Triste Figura.
CAPÍTULO 14: Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque
Entre muchas razones que pasaron don Quijote y el Caballero de la Selva, dice la historia que el del
Bosque dijo a don Quijote:
–Finalmente, señor caballero, quiero que sepáis que mi destino, o, por mejor decir, mi elección, me
trujo a enamorar de la sin par Casildea de Vandalia. Llámola sin par porque no le tiene, así en la
grandeza del cuerpo como en el estremo del estado y de la hermosura. Esta tal Casildea, pues, que
voy contando, pagó mis buenos pensamientos y comedidos deseos con hacerme ocupar, como su
madrina a Hércules, en muchos y diversos peligros, prometiéndome al fin de cada uno que en el fin
del otro llegaría el de mi esperanza; pero así se han ido eslabonando mis trabajos, que no tienen
cuento, ni yo sé cuál ha de ser el último que dé principio al cumplimiento de mis buenos deseos.
Una vez me mandó que fuese a desafiar a aquella famosa giganta de Sevilla llamada la Giralda, que
es tan valiente y fuerte como hecha de bronce, y, sin mudarse de un lugar, es la más movible y
voltaria mujer del mundo. Llegué, vila, y vencíla, y hícela estar queda y a raya, porque en más de
una semana no soplaron sino vientos nortes. Vez también hubo que me mandó fuese a tomar en
peso las antiguas piedras de los valientes Toros de Guisando, empresa más para encomendarse a
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