Test Drive los niños indigo | Page 56

de ahí, y así no tener que estar, nunca más, condenada al ostracismo por mis compañeros Sin embargo, eso continuó durante mis años universitarios, y hasta cierto punto, todavía sigue hoy en día. Mis padres, a pesar de que me amaban tiernamente, en realidad no tenían idea por lo que yo estaba pasando. Escuchaba a mi madre decir cosas como: "Todos se molestan." Y "Los niños pueden ser tan crueles", y aquí viene la mejor, y que hoy en día me hace reír a carcajadas: "Sencillamente ignóralos y te dejarán en paz." No es cierto, y mucho más fácil de decir que de hacer. No solamente no me dejaban tranquila, sino que se burlaban más si yo resultaba sentada en una esquina, tapándome. En vez de pasar mi niñez haciendo cosas corrientes tales como pasarla con otros chicos, pasaba el tiempo con mi música, en el sótano de mi padre y madre, y eso me ayudó a sobrellevar todo esto. Esto demostró ser algo bueno, ya que la música se volvió mi profesión. Sobra decir que terminé con mi autoestima muy baja y aún persiste. Todavía lucho contra esas viejas voces que suenan en mi cabeza y que me decían que era una perdedora y todo lo demás. Recientemente, fui a un retiro al que no me sentí que pertenecía y de repente, me encontré de vuelta en la escuela. Así que las heridas están todavía ahí. Afortunadamente, desarrollé formas de entrar en mí misma para descubrir lo que pasaba y poder sanarlas ahora apropiadamente. Justo antes de graduarme en la secundaria, un día me disgusté y decidí preguntarle a alguien por qué me trataban de esa manera. Estaba fuera de la escuela, en el pequeño pueblo de Alberta, justo en las afueras de Edmonton, y vi a una chica con la que había ido a la escuela desde el primer día. La miré y sin más, saqué el valor para preguntarle. Antes de darme cuenta de lo que estaba pasando, las palabras habían salido: "Tú sabes lo mal que he sido tratada durante estos años, verdad? Ella me miró fijamente, con la mente en blanco, fingiendo no saber de lo que le estaba hablando. Cuando la presioné, ella murmuró estar de acuerdo. "¿Por qué?" le pregunté. "¿Qué es lo que les he hecho para merecer eso? ¿Qué es lo que quizás he podido hacer para merecer semejante y horrible trato? Ella miró a su alrededor, tratando de escapar de la respuesta a mi pregunta. Cuando comprendió que no podía, comenzó a pensar en ello. Todo lo que pudo concluir fue, "Porque eres diferente". En ese momento, todo lo que pude decir o pensar fue, "De qué estás hablando? ¿A qué te refieres con diferente? Incluso, si lo soy, por qué tiene eso que ser la causa para que la gente me dijera las cosas que dijeron todos estos años?" En ese tiempo, no tenía idea sobre cómo o por qué era yo diferente, sin embargo, pocos meses antes había comenzado a desarrollar mi intuición. Ahora me alegro, porque esas experiencias me fortalecieron, a pesar de que cuando pasó, fue horrible. Pasé mi niñez y adolescencia sintiéndome completamente sola. No tenía a nadie con quien relacionarme. Por eso, me mudé a Toronto, al otro lado del país, por dos años y medio. Sin embargo, el pasado verano, fui "forzada" a regresar a casa, a Edmonton, porque mi madre estaba enferma. Terminó siendo el mejor verano de mi vida, porque finalmente fui capaz de dejar atrás el pasado. Al puro final, me dio la habilidad de entrar en mi interior. También, encontré un grupo de personas con las cuales, por fin, me sentí que pertenecía. Jamás sentí que pertenecía a alguna parte. Mis amigos me dieron esto, lo que a su vez me dio una nueva sensación y propósito y confianza. Ahora estoy aprendiendo a no ocultar mi verdadero ser interior; mi verdadero ser es hermoso. Ahora que he regresado a Toronto, me siento mucho más completa en mi interior y mucho más empoderada que antes. En realidad, regresar fue una decisión difícil, porque nunca tuve esta fuerte sensación de pertenecer.