Test 160819 Modelo 1 | Page 7

chico, de suerte que ahí localiza Rousseau el derrotero que tomaría el ejercicio de su sexualidad: “definió mis gustos, mis deseos, mis pasiones para el resto de mi vida”. ¿Qué de esa vivencia con la señorita Lambercier pudo resultar tan determinante como para marcar a Rousseau para el resto de su vida en sus gustos, deseos y pasiones? Un elemento se vuelve clave: la espera del castigo. Toda vez que la educadora descubrió al niño cometiendo una tontería y lo advierte del castigo a que se ha hecho merecedor, no le pega de inmediato. Lo cual coloca a Jean-Jacques en la angustiada espera de recibir el castigo. Para su sorpresa, tras de que la señorita Lambercier ejecutó la punición, la acción le pareció al niño “menos terrible de sufrir que cuanto lo había sido la espera”. La espera había sido un sufrimiento terrible; lo esperado resultó “menos terrible”. Assoun advierte que no se trataría del mero alivio experimentado porque el niño esperaba lo peor y a fin de cuentas no fue así. Lo que ocurrió a Rousseau fue que encontró placer donde no se lo esperaba: en el dolor de los golpes. Hubo un inesperado pasaje de la angustia expectante a un “curioso placer”; la angustia se transformó en placer. “El masoquista –afirma Assoun—es un activo nostálgico de aquella ‘primera vez’ en que se halló en situación de padecer. Aspira a ‘volver a pasar por ello’” (p. 21). ¿Y qué es aquello por lo que el masoquista aspira a volver a pasar? Aquello que la angustia le había hecho temer y que ahora convoca su deseo: los golpes. “Yo había encontrado en el dolor, incluso en la vergüenza, una mezcla de sensualidad que me dejaba más deseo que temor de sentirla de nuevo por la misma mano”, revela Rousseau. Según se observa, dolor- vergüenza-sensualidad-deseo de repetición, se entrelazan en los afectos del placer masoquista. Todavía más, Rousseau explicita cómo desde su ligazón amorosa con aquella mujer que le había impuesto el castigo a los 8 años, buscaba la repetición de ese placer con otras mujeres: “Estar en el regazo de un ama imperiosa, obedecer sus órdenes, pedirle perdón, eran para mí goces dulcísimos”. “Lo que ha sucedido –indica Assoun—es tan fisiológico como psíquico, es la psique convertida en fisiología”. El término freudiano de 3