497 Dvořák, Antonín
bién continuó componiendo música instrumental y orquestal, especialmente el Quinteto con piano en la mayor( 1887) y la Octava sinfonía( 1889).
En la cúspide de su fama internacional en 1892, Dvořák aceptó una invitación para ser director del National Conservatory of Music in America( Nueva York) y profesor de composición con un salario de 15 000 dólares. Además de sus obligaciones docentes y administrativas, ahí compuso su Novena sinfonía( Del nuevo mundo, 1893) y, durante unas vacaciones en la comunidad de habla checa de Spillville, Iowa, el Cuarteto de cuerdas en fa mayor( American, op. 96) y el Cuarteto de cuerdas op. 97 en mi bemol mayor. Durante una visita de regreso en Nueva York en 1894-1895, compuso las Biblical Songs( op. 99), la Sonatina para violín en sol mayor( op. 100) y el Concierto para violonchelo en si menor. De regreso a Praga y después de completar otros dos cuartetos de cuerdas( opp. 105 y 106), se sumergió en el folclor bohemio y escribió cuatro poemas sinfónicos basados en cantos folclóricos del Kytice de Karel Erben en que usa los versos de la poesía como la base rítmica de la melodía. Sus últimos años los dedicó a la ópera: revisó El jacobino( 1897) y compuso dos obras basadas en la leyenda checa Čert a Káča( El Diablo y Catalina, 1899) y su obra maestra operística Rusalka( 1900). Ambas tuvieron gran éxito con las audiencias de Praga y aunque su última gran ópera, Armida en cuatro actos sobre un texto antiguo fue mucho menos popular, Dvořák estaba todavía considerando más textos al momento en que lo sorprendió la muerte a causa de un ataque cardiaco.
Estilo musical Dvořák fue uno de los compositores más versátiles del siglo XIX al escribir exitosamente en un amplio rango de géneros. Después de la influencia de Mozart, Beethoven, Mendelsshon y Schumann en sus obras tempranas, entre 1869 y 1874 se sumergió en una exhaustiva fase experimental de composición, influenciado por Wagner y Liszt pero mostrando una extraordinaria y desafiante individualidad, notable en piezas como el Cuarteto de cuerdas en mi menor y la primera versión de El rey y el carbonero. A partir de la época de la Quinta sinfonía( 1875), este experimentalismo dio paso a una mayor atención de la forma clásica, más melodía simétrica y menos exploración armónica. La influencia de su educación musical también es patente: en esencia, ésta no difiere mucho de la que Dvořák recibió de sus antecesores del siglo XVIII, que se manifiesta en su interés en las sólidas líneas tipo bajo continuo y en las Figuren barrocas que encontramos de manera notable en su adaptación del Stabat mater( 1877). Mientras sus sinfonías Sexta y Séptima y su Trío con piano en fa menor( op. 65), todas de la primera mitad de la década de 1880, muestran elementos brahmsianos, Dvořák conserva un estilo de melodía y de desarrollo firmemente individual. Finalmente, las maneras compositivas de Beethoven, Smetana y Wagner resultaron de mayor consistencia como recurso. Su respuesta a los estilos populares americanos durante su estancia en Nueva York lo llevó a intensificar ciertas características, especialmente el uso de escalas pentatónicas y ostinatos. Wagner retornó a modo de estímulo en sus últimas óperas, aunque su influencia difícilmente dañó el genio lírico de Dvořák, que estaba en su punto culminante en estas obras.
La percepción del elemento vernáculo en su música resulta de una manera que Dvořák heredó en gran medida de Smetana. Casi nunca citó una canción folclórica, aunque a menudo aludía a estilos populares. Sus métodos de composición, a menudo falseados por la aparente espontaneidad de su inspiración, podían ser meticulosos y muchas de sus composiciones fueron sujetas a revisión y a veces a una exhaustiva recomposición. A pesar de ser conocido hoy en día sobre todo por su música orquestal y de cámara, enriqueció muchos otros géneros y hacia el final de su vida consideró la ópera la principal área de su quehacer musical. Dvořák cultivó la imagen popular de sí mismo de un simple“ musikant” checo, pero ésta enmascara aspectos de una personalidad compleja a menudo víctima de la neurosis. Devoto católico, siempre fue fiel a la Iglesia – aunque no a sus ornamentos – y a su país, y resistió más de un intento de persuasión para establecerse en Viena. Aunque extraordinariamente consistente, la obra de Dvořák se dirige a un amplio rango de público, característica que ha asegurado el perdurable éxito de muchas de sus obras.
JSM 📖 J. CLAPHAM, Antonín Dvořák, Musician and Craftsman( Londres, 1966); Dvořák( Londres, 1979). J. TYRRELL, Czech Opera( Cambridge, 1988). M. BECKERMAN( ed.), Dvořák and his World( Princeton, NJ, 1993). B. BEVERIDGE( ed.), Rethinking Dvořák: Views from Five Countries( Oxford, 1996).