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Wells
y
Miami.
El
deseo
de
ganar
sólo
puede
arder
más
fuerte
después
de
esas
derrotas,
pero
la
pregunta
es
si
Nadal
será
capaz
de
canalizar
ese
fuego
de
la
manera
más
eficiente
posible.
Si
nos
fijamos
en
los
últimos
años,
Moya
podría
tener
razón,
que
algo
tiene
que
cambiar
en
el
enfoque
de
Nadal.
Desde
que
ganó
Roland
Garros
en
2014,
Nadal
ha
perdido
7
de
sus
últimas
12
finales.
En
los
torneos
logró
ganar,
lo
hizo
al
derrotar
a
Mónaco,
Troicki,
Monfils,
Fognini
y
Nishikori
en
la
final.
Sin
embargo,
al
enfrentarse
con
jugadores
de
calidad
como
Murray,
Djokovic
y
Federer,
siempre
pierde.
La
brecha
entre
Nadal
y
el
resto
de
los
Fab
Four
ha
sido
grande
y
creciente
por
un
número
de
años.
Las
lesiones
no
le
han
ayudado,
y
aparentemente
cada
vez
que
ha
hecho
progresos
significativos
en
su
forma
se
ha
visto
obligado
a
permanecer
fuera
durante
semanas
o
meses
debido
a
alguna
dolencia.
El
Abierto
de
Francia
de
2016
es
un
buen
ejemplo.
Estaba
jugando
muy
bien
entrando
en
el
torneo,
y
sus
primeros
partidos
fueron
asuntos
dominantes.
Por
desgracia
para
él,
una
lesión
prematura
pronto
puso
fin
a
cualquier
tipo
de
francés
Open
sueño.
El
hecho
del
asunto
es
este:
todo
se
suma.
Los
últimos
años
han
tenido
un
efecto
acumulativo
en
el
juego
y
la
mente
de
Nadal.
Ahora
no
puede
evitar
recordar
todas
las
finales
que
perdió,
todas
esas
oportunidades
que
desperdició.
La
pregunta
es
si
es
el
momento
adecuado
para
que
rompa
este
círculo
vicioso
y
gane
algunos
grandes
eventos.
El
paisaje
de
la
gira
está
ciertamente
en
su
favor:
Murray
está
luchando
para
afirmarse
como
el
número
uno,
mientras
que
Djokovic
no
puede
parecer
para
conseguir
su
actuar
juntos.
La
pieza
más
grande
del
rompecabezas
es
Federer,
que
está
de
vacaciones
en
los
próximos
meses.
Si
alguna
vez
ha
habido
un
tiempo
para
Nadal
para
recuperar
la
forma
que
lo
llevó
al
número
uno
del
mundo
todos
los
años
atrás,
tiene
que
ser
ahora.
Si
lo
deja
escapar
de
nuevo,
puede
que
no
tenga
otra
oportunidad.