Es lógico que los nuevos compositores anhelen fervientemente dar a
conocer sus obras. Pero eso no significa que haya que despreciar a los
clásicos. Hay temas, melodías, sonidos, que están muy arraigados en el
sentimiento popular y por algo mantienen su vigencia,
independientemente de las deformaciones de la difusión.
Cuando comenzó su carrera solista, Paul McCartney se negaba a
interpretar temas de Los Beatles, pero tuvo que hacerlo porque la gente
los reclamaba. Algo parecido le sucedió a Lito Nebbia con sus antiguos
temas.
Por eso esta discusión está muy lejos de lo puramente musical, tan lejos
como de estar cerrada. Hay que aprender a escuchar al pueblo. No es
fácil, es una práctica constante que no se aprende en la Universidad ni
en el Conservatorio. Pero vale la pena ¿no?
Ricardo Schoua