"Estamos como en la refundación de algo, como pasó con el rock
nacional acá, que empezaron unos cuantos grupos y artistas como
Tanguito y después empezaron las ramas, los estilos y cada uno con su
propia ruta, pero todos juntos a la vez como movimiento. En el tango
actual está pasando algo parecido", relata como un biógrafo de la nueva
época el bandoneonista Nicolás Tognola, director de Hojarasco, orquesta
que mutó a una atípica eléctrica con piano, batería, fueye y guitarra.
Juventud, divino tesoro
Ellos componen y arreglan sus propios temas, no necesitan invocar los
tangos clásicos y tienen personalidades musicales bien fuertes y
diferentes. Tognola luce y habla como un poeta del surrealismo francés;
Guerrero parece un tanguero chabón con una actitud punk que recuerda
a Violencia Rivas, el personaje de Capusotto, y Cabrera es el perfecto
producto de la oscuridad del rock de los ochenta. Los tres coinciden con
el espíritu indie y autogestivo que caracteriza a esta generación y a sus
bandas. "Si no sos independiente y no generás tu espacio, no existís. No
somos independientes sólo por elección, como eran Los Redonditos de
Ricota, sino porque no nos queda otra si queremos hacer lo que nos
gusta. Aprendimos eso del rock", proclama Cabrera, que junto con su
grupo mantiene Los Viernes de Baigón, un ciclo donde convocan a
rockeros descarriados y tangueros en busca de orquestas jóvenes
La juventud los hace inmunes a las críticas de los tangueros mayores.
Van para adelante, con actitud salvaje: "Para mí esa gente que se
autodenomina «la gente del tango» no significa nada. ¿Qué saben ellos
de todo lo que tuve que estudiar y dedicarle al tango para que después
me vengan a criticar? Para mí no existen", dice, imparable, el pianista
Agustín Guerrero, respaldado por su trayectoria al frente de tres
orquestas: La Orquesta Escuela de C.C. Defensa, Cerda Negra y la
OTAG.
El joven músico, declarado continuador de la línea inaugurada por
Horacio Salgán en los 50, se perfila como un especialista en esto de
derribar ciertos mitos. "Contrario a lo que se dice o se cree, el tango es
una música de jóvenes, no de viejos -levanta la voz Agustín-. Me refiero,
también, a que fue gestado por gente joven de pensamiento, aunque
coincidió en la mayoría de las veces que eran jóvenes de edad. Troilo
cuando armó su orquesta tenía alrededor de 23 años. Y de alguna
manera lo que hicieron esos músicos con el tiempo fue continuar lo
que empezaron de jóvenes hasta que se murieron, como Osvaldo
Pugliese. Pero el tango es música de jóvenes, de tipos que miran para
adelante y quieren aportar algo a lo que los maestros les dejaron."
"Desde ese mismo concepto -interviene el pianista Hernán Cabrera-,