Tango y Cultura Popular ® N° 165 | Page 54

El tango le quedaba pintado Sigfredo Pastor fue el pintor que le encontró la vuelta al tango, nació en 1912 en Bragado, vivió en varios barrios y países, pero lo fuerte de su obra la hizo en su atelier de Olivos. Como a tantos artistas adelantados a su tiempo, el reconocimiento les llega tarde, en vida fue un pintor respetado, ahora su obra es un éxito. Si bien fue un trotamundos, encontró su lugar en Olivos, en su taller de la calle Caseros casi esquina Amador. Su hijo, también respetado artista residente en Barcelona, nos entregó esta evocación de su padre. Luces de luna y almacén 1945, Europa devastada y Buenos Aires se extendía en casas bajitas hasta difuminarse en la pampa. Eso era el suburbio, el paisaje del eterno tango que pintaba mi viejo, absorto en el misterio del espacio horizontal, tan simple y tan difícil de explicar el desierto inconmensurable y abierto y solitario a sus pies. Era el Sur un paisaje de soledad y distancias. Borges se refería a eso cuando decía que el tango tiene un secreto dentro, lo que explica que no logren comprenderlo los extranjeros. Mi viejo, en su madurez, logró atrapar ese secreto. Sigfredo pintaba parejas en la cópula de la danza vertical, sobre un fondo de horizonte, músicos como náufragos abrazados a la viola, garuferos desgarrados escuchando en la victrola los silencios de un tango canalla y sagrado. Mis padres alquilaron una casa en Parque Chas, que entonces era suburbio. Era una casita baja, como todas, con pequeño jardín adelante que no servía para nada, y un amplio terreno atrás donde estaba todo: El piletón, la higuera, unas gallinas y la ropa tendida sobre el cielo, un cielo celeste y escolar donde el ingenuo avioncito Safac deletreaba con una tiza de nube sus primeras letras: Tome yerba Safac Frente a casa había un zanjón de aguas tenebrosas, con un puente de dos tablones y unos yuyos gordos, felices de chupar esa porquería. La calle era de tierra y barro, como la de Malena y sus criaturas abandonadas. Por aquel entonces el viejo pintaba horizontes, es decir, pintaba la pampa por 100