figurar como una supernova en el espectro de los mejores autores.
Cultivó el tono evocativo a la vez que la indagación existencial,
trajinando las perplejidades que acucian el horizonte filosófico
contemporáneo. Su lenguaje siempre ha recalado en cierta sencillez
donde la gente de tango, por más serio que fuera su asunto, pudiera
reconocerse sin extraviarse. Cátulo amaba a los pobres, a los
desheredados y a los animales… Realizó exploraciones paradigmáticas en
la literatura romántica y maldita, viajes iniciáticos por la amplia cuenca
del mediterráneo donde el tango hunde sus ulteriores raíces. Luego en
su temática volvió al barrio, al perímetro novelado de su infancia y
juventud, al crisol de las primeras y definitorias sensaciones que le
dieron identidad.
Podríamos tensar la fecunda obra en dos composiciones que explicitan
perfiles de Cátulo: Tinta Roja y La última curda. Allí están la nostalgia de
las cosas con las que uno se asomó a la vida y se le hicieron verdad
simbólica personal, como la soledad ante el amor ausente y la
devastación del tiempo que acaba inutilizando la pasión cuando la
estancia en la nada se vuelve definitiva. Pero la carnalidad de otros
poemas también nos reclamaría reiterar búsquedas felices, pues la
recompensa prometida es auspiciosa y fecunda. Una Canción, Caserón
de tejas, A Homero, Desencuentro, El último café… son verdaderas
estancias en atmósferas poéticas. Tenía el sentido de la música en las
palabras, además de las rimas globales e internas. Los sonidos
elaborados por distintos compositores recurrieron muchas veces al oído
del gran maestro en sonoridades, siempre empeñado en embellecer el
arte popular.
Puede señalarse como importante en su vida la actividad gremial a la vez
que la política relacionada con la cultura. Se comprometió abiertamente
con el peronismo que le confió la Comisión Nacional de Cultura. Por esto
fue represaliado por la dictadura de 1955 con el despido de su trabajo y
la congelación de sus derechos de autor en SADAIC, aberración que lo
obligó a recluirse lejos de los ambientes tangueros y gremiales durante
una temporada. Retornó convocado por los miembros de la sociedad de
autores para ocupar la secretaría general. Los afectos por su magisterio
y generosidad lo premiaron en la década de 1960 y 1970.
Falleció en 1975.
Rafael Flores Montenegro
(Periodista y poeta)