Tango y Cultura Popular ® N° 165 | Page 52

figurar como una supernova en el espectro de los mejores autores. Cultivó el tono evocativo a la vez que la indagación existencial, trajinando las perplejidades que acucian el horizonte filosófico contemporáneo. Su lenguaje siempre ha recalado en cierta sencillez donde la gente de tango, por más serio que fuera su asunto, pudiera reconocerse sin extraviarse. Cátulo amaba a los pobres, a los desheredados y a los animales… Realizó exploraciones paradigmáticas en la literatura romántica y maldita, viajes iniciáticos por la amplia cuenca del mediterráneo donde el tango hunde sus ulteriores raíces. Luego en su temática volvió al barrio, al perímetro novelado de su infancia y juventud, al crisol de las primeras y definitorias sensaciones que le dieron identidad. Podríamos tensar la fecunda obra en dos composiciones que explicitan perfiles de Cátulo: Tinta Roja y La última curda. Allí están la nostalgia de las cosas con las que uno se asomó a la vida y se le hicieron verdad simbólica personal, como la soledad ante el amor ausente y la devastación del tiempo que acaba inutilizando la pasión cuando la estancia en la nada se vuelve definitiva. Pero la carnalidad de otros poemas también nos reclamaría reiterar búsquedas felices, pues la recompensa prometida es auspiciosa y fecunda. Una Canción, Caserón de tejas, A Homero, Desencuentro, El último café… son verdaderas estancias en atmósferas poéticas. Tenía el sentido de la música en las palabras, además de las rimas globales e internas. Los sonidos elaborados por distintos compositores recurrieron muchas veces al oído del gran maestro en sonoridades, siempre empeñado en embellecer el arte popular. Puede señalarse como importante en su vida la actividad gremial a la vez que la política relacionada con la cultura. Se comprometió abiertamente con el peronismo que le confió la Comisión Nacional de Cultura. Por esto fue represaliado por la dictadura de 1955 con el despido de su trabajo y la congelación de sus derechos de autor en SADAIC, aberración que lo obligó a recluirse lejos de los ambientes tangueros y gremiales durante una temporada. Retornó convocado por los miembros de la sociedad de autores para ocupar la secretaría general. Los afectos por su magisterio y generosidad lo premiaron en la década de 1960 y 1970. Falleció en 1975. Rafael Flores Montenegro (Periodista y poeta)