Tango y Cultura Popular ® N° 165 | Page 16

Café Domínguez El primer Café que estuvo abierto las 24 horas en Buenos Aires, fue el café Domínguez. Estaba ubicado en Corrientes y Paraná, y Celedonio Flores lo inmortalizó en su poema Tristezas. Continuamente dio albergue a los amantes del tango y Enrique Cadícamo le dedicó unos versos en su época de mayor éxito (1918) cuando Buenos Aires se refugiaba en los teatros de la Avenida. -Bar Domínguez / de la vieja calle Corrientes / que ya no queda.../ de cuando era angosta y la gente / se mandaba el saludo/ de vereda a vereda! Ángel D'Agostino también le dedicó un precioso tango instrumental, precedido por ese poema recitado por Julián Centeya. Por allí pasaron orquestas como las de Canaro, Pacho, Firpo y se estrenaron tangos célebres: Tierra negra, de Graciano De Leone y Juan Noli y Un lamento de De Leone, que actuaba allí con su sexteto. En el mostrador del café Domínguez (el apellido de su dueño gallego), se instaló una de las primeras máquinas Express de café que importó la firma La Cosechera SA., inaugurando con ella el sinónimo de café. De ahí en más no pidieron tal o cual cantidad de café, sino que las voces de sus mozos inauguraron el porteño: "¡Marche un Express!". Vecino al Domínguez estaba el café Iglesias, también tanguero, donde por primera vez tocó Firpo La cumparsita en Buenos Aires. José María Otero