Tango y Cultura Popular ® N° 165 | Page 13

Los músicos empezaron y el que hacía de bastonero, le brindó a cada ranero una mina y se largaron. Los acordes resonaron del bandoneón armonioso, cada hembra con su mozo salieron como pegaos, porque el baile había empezao con un tango perezoso. La farra en orden seguía, todos guardaban respeto, pero empezó a hacer efeto la ñaca que se servía. Un pardo escabio que había gritó "¡Que cante un cantor! mi compadre es payador" Y le dijo: "Tome usté la guitarra y cantemé unas décimas de amor". "Juana Rebenque, mi mina, a ella mesma cantelé, y algo también digalé a la parda Filipina". "Déjese de esas pamplinas" la China Rosa gritó, y el pardo lo que junó —que le daban poco corte— saltó como por resorte y el bochinche allí se armó. Como un alud de ligero, el Pardo un brinco pegó y enseguida resbaló de la cintura un talero. Ahí nomás a un canfinflero le acomodó un garrotazo y a otro le dio un zurdazo y la negrita Pacheca gritaba: ¡Déjenla! ¡Yeta! y le acomodó un sillazo... Luis Alposta