Y lo hace con un nivel de calidad y respeto que se traduce en el cuidado
de los arreglos y en la justa elección de las sonoridades con las cuales se
recrean no solo las partituras, sino también, el espíritu original de las
mismas.
En el nuevo trabajo discográfico desfilan piezas como Francesita, de
Delfino y Vaccarezza (1923), El Marne, de Arolas (1919) o Mimi Bohème,
de Saborido y Villoldo (1909), obras que representan los pasos iniciales
del tango. Cada una de ellas mantiene su espíritu original matizado con
sutiles dosis de contemporaneidad.
La interpretación vocal de Denise Sciamarella le aporta una coloratura
que se emparenta con las más renombradas e históricas cancionistas del
género, tal como se aprecia en Bajo el cono azul, de De Angelis y Volpe
(1943) o Luces de París, de De La Púa, Cadícamo y Castillo.
La vocalista se luce también en las canciones en francés, como ocurre en
Comme il faut, de Arolas y Clausi, Claudinette, de Delfino y Centeya
(1942) o Madame Ivonne, de Pereyra y Cadícamo (1933). La utilización
de la lengua francesa en piezas representativas de la música porteña
tiene como objetivo resaltar la relación que tuvo el tango con París
donde fue furor en las primeras décadas del siglo XX.
El disco cuenta además con la participación de Lidia Borda (voz) Ramiro
Gallo y Gemma Scalia (violín), Astrid Motura (cello) y Marcelo Aronson
(derbake) como músicos invitados.
Todos los tangos que forman parte de la placa son encarados con un
gran cuidado desde lo estético y un gran respeto por el espíritu de cada
composición.
El trabajo de investigación que desarrolla la orquesta va más allá del
hecho musical: sus integrantes "viajan" al pasado para revivir piezas del
patrimonio sonoro del género. Así rescatan valioso material que es parte
de la cultura nacional y que, de otra forma, se perdería. Y mediante una
interpretación de gran calidad, invitan al oyente a recorrer un camino
tanguero en el que Buenos Aires y París se cruzan. De esta forma
regresan no en el mismo tranvía que las llevó, violín en bolsa, rumbo al
olvido (María Elena Walsh dixit), sino en el colectivo que se ve en la tapa
del disco. Y con su juventud y su calidad interpretativa, estas mujeres
del siglo XXI reivindican a sus antecesoras y arremeten contra la
peligrosa nostalgia del pasado sobre la que nos advirtió María Elena en
su hermosa canción Orquesta de señoritas.
Publicado en Tiempo Argentino.