Los gustos de Pugliese
Lógicamente esa base rítmica de La yumba con el primer y el tercer
tiempo percutidos, la fuimos trabajando y desarrollando con síncopas y
contratiempos. Y, desde luego, con el fraseo. Esto es fundamental: el
músico "clásico", se ajusta estrictamente a las divisiones. En el tango
jamás se puede dividir el valor exacto.
El ejemplo más evidente es Gardel: él nunca, ni por equivocación. divide
una nota como la nota es. Ahí está, para mí, gran parte de la gracia y del
misterio del tango.
-¿Y Carlos Di Sarli?
-Bueno, el caso de Di Sarli es fenomenal: una orquesta sin arreglos, sin
base armónica, sin contrapunto, que prescinde de los bandoneones como
esencial voz cantante; y sin embargo, ¡qué extraordinaria calidad de
Tango! Una cosa bárbara. Tango puro y emocionante que ha dado clase.
¡Qué grande Di Sarli! Es de los pianistas que me han conmovido y me
han gustado.
-¿Otros, Osvaldo?
-Cobián y Francisco De Caro, que unidos a Di Sarli definen prácticamente
todos los grandes estilos a partir de 1925. Como Vardaro, Germino,
primero, y después Rodio, Camerano y Francini en el violín.
-Hábleme de Pichuco.
-A mi juicio Aníbal Troilo ha sido lo más grande en el Tango-Canción con
orquesta. No lo ha igualado nadie. Él era, como nosotros, y al decir
nosotros involucro a Gobbi, a Goñi, a Vardaro, un decareano, pero que le
dio a su orquesta, sobre todo a la de la primera época, un algo de la
agilidad de Francisco Canaro, y logró en los cantables, y con muy
distintas voces -Fiorentino, Goyeneche, Rivero, Cárdenas- una cosa bien
porteña. En cambio, nosotros le hemos prestado más atención a la parte
orquestal pura.
En suma: si tengo que nombrar a los valores más representativos del
Tango todo, luego de los directores que definieron los estilos -esto es: De
Caro, Fresedo, Canaro, y también Roberto Firpo con su orquesta muy
musical- nombro a Troilo y a Di Sarli. Pero quiero puntualizar algo que
considero importante: cuando los nombro, tácitamente nombro también
a los músicos que hicieron posible esos estilos con su contribución de
solistas adentrados a la forma y el sentir de cada director: Ricardi y
Puglisi, con Canaro; Rizzuti y el Tano Muzzi, con Fresedo; Goñi y David y
Kicho Díaz, con Troilo: Guisado y Verdi, coin Di Sarli. Y con nosotros,
Camerano, Ruggiero, Rossi, Penón.
José María Otero