Tango y Cultura Popular ® N° 163 | Page 13

Algunos porque son réplicas (malas) de orquestas desaparecidas. Otros porque creyeron inventar la pólvora haciendo mal la Yumba (Pugliese des-agradecido) y te hablan de “una estética”, cuando en realidad deberíamos hablar de música. Las posturas, el marketing, las zapatillas sucias o la onda descontracturada, si no están acompañadas por buena música, la verdad no me convencen. Sigo convencido que El Arranque fue parte de esa continuidad evolutiva entrecortada con que los argentinos muchas veces tratamos a nuestra cultura. Estos muchachos eran (son) músicos en serio. A su técnica le agregaron el trabajo de ir a las fuentes. De hablar con Alcides Rossi, con Emilio Balcarce y cuanto maestro encontraron vivo y con ganas de transmitir conocimientos. Yo trato de seguir la misma senda, el mismo camino de ellos, de Linetzky, de Cristian Zárate, de Hernán Possetti. Porque todos somos (o queremos ser) herederos del maestro que llevamos como estandarte. Los pianistas reverenciamos a Salgán, a Dante Amicarelli, a Berlingieri, a Orlando Goñi, a Pugliese, Di Sarli o al que te guste. Los fueye ros harán lo propio con Ástor, Leopoldo, Binelli, Ruggiero, Pichuco o vaya a saber quien. Lo mismo que los violinistas con De Caro, Camerano, Vardaro, Francini o Suarez Paz. Los contrabajistas con Kicho Díaz, Alcides Rossi o Cabarcos (padre e hijo). Todos buscamos lo mismo: superarnos para acercarnos aunque sea un poco a los maestros. Nos ilusionamos cuando terminamos un arreglo que nos gusta. Parece que subimos un escalón. Pero dura poco, por lo menos a mi. Cuando vuelvo sobre mis pasos me doy cuenta que se puede hacer mejor. Y el editor de partituras se abre de nuevo. Y otra vez a laburar. La vida no es tan larga como uno desearía. Por eso no agarro compromisos que me distraigan. Tengo un objetivo: que la música que hago me guste un poco mas de una semana. Si logro eso tendré tiempo para otras cosas. Enrique Nicolás 13