Sensibilidad vs
virtuosismo
Al ver bailar tango muchos factores nos sorprenden, seducen y llaman la
atención. Aunque la mayoría de las personas no lo bailen, son muchos los
que sienten algo especial, incluso solo con mirarlo.
Entre quienes lo bailan y lo aprenden, es muy común desarrollar muchas
disciplinas. Estas pueden ser pasos, coreografías, estilos de bailes, técnicas,
postura, sensibilidad, musicalidad, manejo de pasos, de rolles, y hasta
elongación. Pero la elección de estas disciplinas, puede llevarnos por caminos
muy diferentes y no todos necesariamente prácticos. Generalmente el que
lo aprende no elige inicialmente estas disciplinas, sino que aprende lo que le
enseñan sus maestros y lo más común es que lo primero que se enseña son
figuras (pasos).
Esta estructura lamentablemente no lleva a algo con lo que el alumno
pueda moverse en la pista o entenderse con la pareja. Cuando los alumnos
aprenden, lo que les queda es la sensación de tener un mapa de pasos
aprendidos de memoria, que frustra inmediatamente cuando se ven en la
posibilidad de bailar en medio de otra gente. Habiendo perdido así un tiempo
precioso en lo más fundamental e inmediato: La comunicación , la marca, la
recepción de la marca y el caminar. Lo inmediato, urgente e imprescindible,
es que se entienda el idioma que utiliza el cuerpo. Ese que cuenta que el
hombre guía la danza y ella corresponde a esa guía con una espera sensible,
como si estuviera flotando y se dejara llevar por una corriente suave pero
segura. Que cada movimiento del hombre sea como un sonido que la mujer
escucha durante todo su proceso, así como también quien lleva debe cuidar
a la mujer con una marca y sin dudas.
Y luego que se pueda caminar con esta idea. Claro que también se dan un
sinfín de otros desarrollos; y todo debe hacerse con mucho cuidado.
Recuerdo como varios profesores, cuando yo empezaba en el tango,
pretendían enseñarme giros, ochos atrás y adornos antes de poder caminar
o marcar. Después de muchos años de haber tenido aquellas experiencias,
me aterra ver que esto sigue ocurriendo. Tal vez habría que preguntarse,
o mejor preguntarle al alumno, qué es lo que desean cuando van a una
clase: si lo que buscan es subirse a un escenario y hacer coreografías o si
solo buscan poder bailar humildemente con un/a compañero/a y compartir
el baile. Este punto es interesante. A mucha gente le gusta mostrarse y tal
vez lo disfruten; pero ese no es el sentido de la danza social. En la milonga
(lugar donde se baila tango) se busca conectarse con un/a compañero/a y
disfrutar “solo entre dos” la danza y sus sutilezas, aunque en este mismo
acto comparta la pista con varias parejas que bailan junto a nosotros.
Y en esos momentos, no necesitan mostrar, sino SENTIR.
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