Tango y Cultura Popular ® N° 162 | Page 28

Simplicidad

Aunque suene a extravagancia o a conformismo , la sencillez de un tango bien bailado revela al milonguero que se ha desprendido de toda carga de adornos superfluos , para lucir a cambio , su elegancia y savoir faire .

Más allá de la moda y los presentes imperativos , esos bailarines libres de los estereotipos y pirotecnia , que saben caminar la pista , fundirse con la pareja de turno y cohesionar su andar con la música , exhiben la belleza de lo esencial . Son los que han sabido eliminar el matorral de figuras que lucieron en sus primeras andaduras , para afirmarse en lo esencial : La elegancia , el porte , la comprensión de la música . Sabiduría , en suma . Así como hay bandoneonistas que tocan su instrumento con gran despliegue de movimientos , y logran un bello resultado , también hay / hubo otros como Maffia o Troilo que no necesitaban gran despliegue para emocionar , maravillando con la levedad de sus formas . La música es capaz de movilizar y hacer sonar nuestras emociones con una pureza que se diría superior a la de otras artes . Borges era capaz de describir en diez líneas lo que a muchos escritores les llevaría un par de páginas . Y aunque no se trate del baile , lo traigo como ejemplo de esa simplicidad creadora que tienen algunos milongueros , liberados del estigma de ser originales dibujando pasos al por mayor y privilegiando en cambio su fina interpretación de la música con cápsulas de sabiduría intemporal y de prodigiosa exactitud emocional . Porque han sabido madurar la travesía que conduce del vuelo unitivo al quietismo ascético , del fervor hímnico a la cadencia elegíaca . Carlos Gavito era el mejor ejemplo en ese sentido . Él incorporó a su baile la pausa después de 50 años bailando y nos dejó esta frase sencilla pero real : “ El tango está entre paso y paso y la pausa es necesaria para la buena marcha . Como para hablar , hay que hacer una pausa para pensar ”. Y un grande como Juan Carlos Copes que atravesó todas las etapas del milonguero , antes de saltar a los escenarios , fue tajante : “ Lo principal de un bailarín es la elegancia . Hay quienes por hacer pasos pierden la elegancia . En mis tiempos , del tipo que hacía muchos pasos , decíamos que arrugaba , perdía la apostura normal que siempre debe tener una pareja cuando está frente a frente ”.
El azar del tiempo desvanece muchas cosas , pero yo tengo en mis retinas a los muchachos de la barra lontana que sabían desplegar su baile , sin aspavientos . El petiso Amador y el Gordo Agapito eran elegantes en cualquier momento del trance y de la noche , haciéndolo siempre con la misma simple tersura . Otros nos afanábamos en acumular pasos , figuras , dibujos , un tango de impulsos , impacientes por la lentitud . Y nos pasaba como a muchos jóvenes de cada época cuyos cuerpos desconfían de su imaginación ,
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