OTRAS EXPERIENCIAS
y aprendieron en clase cómo contar para
realizar las vueltas. Los mayores enseñaron y
practicaron con los más pequeños.
llevar un control posterior.
Se diseñó una sección para los productos
de nuestro huerto: papas, cebollas y puerros.
Previamente se clasificaron por tamaños y se
prepararon bolsas de medio kilo y un kilo,
que los niños pesaron y embolsaron.
Se distribuyeron los roles que tendría que
asumir cada cual:
Relaciones
públicas,
para
dar
la
bienvenida y acompañar a los clientes hasta
las dependencias. Vendedoras y vendedores,
que atendían directamente y aconsejaban a
la clientela, le indicaban dónde podía
encontrar las tallas o determinados artículos
en concreto. Cajeras y cajeros, para cobrar la
mercancía. Ayudantes
de
caja,
para
embolsar.
Nuevamente hubo que reajustar la plantilla
para asumir los nuevos puestos de trabajo
creados: para que todo el mundo tuviera una
ocupación se decidió dividir a camareras y
camareros en dos: unos tomaban los pedidos
y otros servían y recogían mesas.
Los ayudantes de cocina fregaban las
tazas y mantenían en orden la estancia.
Los encargados de la caja cobraban y
entregaban el cambio a los camareros para
que éstos reembolsaran las vueltas. ¡Y
siempre con una sonrisa!
Cuando ya estaba todo más o menos
ultimado, alumnos y alumnas de Primaria
sugirieron que sería buena idea tener una
cafetería para poder descansar de las
compras.
Así que se estudiaron las
sugerencias sobre qué podríamos vender en
esa cafetería y cómo lo podríamos hacer.
Decidir los precios de cada producto implicó
hacer los cálculos de lo que costaba la
materia prima, la energía y el tiempo de
elaboración, el precio que ese producto tenía
en el mercado y si podíamos poner un precio
competitivo y al mismo tiempo o btener un
margen de beneficio. Decididos los productos
y los precios, se elaboraron las “cartasmenú”
de la cafetería, la propaganda, los carteles
anunciadores y unos formularios de comanda
que servirían para apuntar los pedidos y
María Posada Villar y Paqui Torres García
La puesta en común posterior al primer
mercadillo sirvió para comprobar lo que había
salido bien, lo que no, y el por qué; qué
mejoras podíamos hacer y cómo. Elaboramos
gráficas con los datos de las ventas para
saber lo que más éxito tuvo y lo que menos,
qué beneficios habíamos obtenido y con qué
productos. Y con los resultados, se tomaron
decisiones de mejora para el siguiente
mercadillo que quedaron recogidas en actas
por el secretario. Se escribieron críticas,
descripciones, redacciones, informes. Hemos
conseguido trabajar todas las competencias
casi sin enterarnos.
En resumen, el alumnado está tan
involucrado e ilusionado en todas y cada una
de las tareas, que cualquier actividad que
empiece con la alusión “para el mercadillo”,
acapara
la
atención
inmediata.
La
participación masiva por parte de los padres y
las madres es otro síntoma de que esta
actividad cuenta con todos los ingredientes
para instalarse en el centro durante una
buena temporada.
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