Tamadaba Tamadaba 2016 NºXIX | Page 73

OTRAS EXPERIENCIAS y aprendieron en clase cómo contar para realizar las vueltas. Los mayores enseñaron y practicaron con los más pequeños. llevar un control posterior. Se diseñó una sección para los productos de nuestro huerto: papas, cebollas y puerros. Previamente se clasificaron por tamaños y se prepararon bolsas de medio kilo y un kilo, que los niños pesaron y embolsaron. Se distribuyeron los roles que tendría que asumir cada cual: Relaciones públicas, para dar la bienvenida y acompañar a los clientes hasta las dependencias. Vendedoras y vendedores, que atendían directamente y aconsejaban a la clientela, le indicaban dónde podía encontrar las tallas o determinados artículos en concreto. Cajeras y cajeros, para cobrar la mercancía. Ayudantes de caja, para embolsar. Nuevamente hubo que reajustar la plantilla para asumir los nuevos puestos de trabajo creados: para que todo el mundo tuviera una ocupación se decidió dividir a camareras y camareros en dos: unos tomaban los pedidos y otros servían y recogían mesas. Los ayudantes de cocina fregaban las tazas y mantenían en orden la estancia. Los encargados de la caja cobraban y entregaban el cambio a los camareros para que éstos reembolsaran las vueltas. ¡Y siempre con una sonrisa! Cuando ya estaba todo más o menos ultimado, alumnos y alumnas de Primaria sugirieron que sería buena idea tener una cafetería para poder descansar de las compras. Así que se estudiaron las sugerencias sobre qué podríamos vender en esa cafetería y cómo lo podríamos hacer. Decidir los precios de cada producto implicó hacer los cálculos de lo que costaba la materia prima, la energía y el tiempo de elaboración, el precio que ese producto tenía en el mercado y si podíamos poner un precio competitivo y al mismo tiempo o btener un margen de beneficio. Decididos los productos y los precios, se elaboraron las “cartas­menú” de la cafetería, la propaganda, los carteles anunciadores y unos formularios de comanda que servirían para apuntar los pedidos y María Posada Villar y Paqui Torres García La puesta en común posterior al primer mercadillo sirvió para comprobar lo que había salido bien, lo que no, y el por qué; qué mejoras podíamos hacer y cómo. Elaboramos gráficas con los datos de las ventas para saber lo que más éxito tuvo y lo que menos, qué beneficios habíamos obtenido y con qué productos. Y con los resultados, se tomaron decisiones de mejora para el siguiente mercadillo que quedaron recogidas en actas por el secretario. Se escribieron críticas, descripciones, redacciones, informes. Hemos conseguido trabajar todas las competencias casi sin enterarnos. En resumen, el alumnado está tan involucrado e ilusionado en todas y cada una de las tareas, que cualquier actividad que empiece con la alusión “para el mercadillo”, acapara la atención inmediata. La participación masiva por parte de los padres y las madres es otro síntoma de que esta actividad cuenta con todos los ingredientes para instalarse en el centro durante una buena temporada. 71