obtenido un beneficioso aprendizaje. En otros casos,
el camino recorrido puede servir para enlazar
con uno nuevo que nos lleve al destino deseado
(fenómeno de concatenación de ideas). Por tanto,
ningún intento creativo cae en saco roto.
Visto así (y así lo vemos) iniciar el proceso creativo
y darse permiso para recorrerlo merece la pena
en sí mismo: “El viaje es la recompensa” (proverbio
chino).
Recorrer el camino conlleva gestionar nuestra zona
¿Qué tiene que ver esto con la creatividad?
El ser humano se encuentra en la disyuntiva de tener
que elegir entre su instinto de conservación y
su instinto de exploración. Cada una de estas elecciones
cubre una necesidad, la zona de comodidad
le sirve para cubrir su necesidad de autoconservación
y seguridad mientras la zona de exploración
cubriría su necesidad de aventura y descubrimiento.
A simple vista, la primera elección parece la más
segura y suele salir elegida frente a la segunda. Invitamos
al lector a realizar la siguiente reflexión: ¿es
la zona de comodidad la más segura?, ¿por cuánto
tiempo? La zona de exploración nos ofrece la posibilidad
de cubrir las dos necesidades. Un ejemplo,
la sobreexplotación actual de recursos, a pesar de
estar declarada como un problema a nivel mundial,
al no afectarnos de manera inmediata, en exceso,
no se toman las acciones pertinentes en los
tiempos adecuados lo cual pone en riesgo nuestra
necesidad de conservación.
Ciertamente, con el paso del tiempo, la zona de
comodidad se puede ir ampliando, si bien, esta
ampliación ha de ser una constante, una rutina
porque lo nuevo con el paso del tiempo y la repetición
pasa a ser lo conocido. Estos nuevos hábitos
pasan a ser viejos hábitos, nuevamente rutina, así
la zona de comodidad se amplía siendo imprescindible,
una vez más, estar en constante cambio, en
constante aprendizaje, en constante adaptación y
como no, en constante creación y solo desde aquí
podemos hablar de una disposición hacia lo creativo,
hacia una nueva manera de mirar lo antiguo,
lo conocido y por qué no o más bien, para qué
no, convertirlo en una nueva manera de mirar el
mundo que nos rodea. El reto es convertirse en un
nuevo observador capaz de generar una nueva
realidad. Esto es el motor de la creatividad.
de comodidad en la que todos nos encontramos
de una manera u otra. Cada uno tiene la suya, pero
todas tienen en común que en ellas, nada crece, no
se crea nada nuevo, ni hay aprendizaje. Este último
se encuentra fuera de la zona de comodidad, sólo
cuando nos atrevemos a dar un paso más allá de lo
conocido, de lo cómodo, hay cambio y hay aprendizaje.
Desde el punto del descubrimiento, la creatividad
nos conecta con nuestros recursos, desarrollando
nuevas actitudes, nuevas ideas, nuevas posibilidades.
Soltar lo seguro y conocido, por lo posible.
Para todo esto, no vale más de lo mismo, es necesario
cambiar, y para eso, aparte de compromiso,
se necesita creatividad, nuevas maneras de mirar
lo conocido, nuevas formas de estar en el mundo,
de buscar, de crear y de realizar un proceso de
transformación.
Lo seguro siempre fue una falacia, una invención
que nos ayudaba a creer que controlábamos más
de lo que lo hacíamos en realidad y, de repente,
todo ha dado ha dado un giro, mostrando lo que
antes solo veían unos pocos, el cambio es la única
constante, siendo así, es imprescindible adaptación,
adaptación en velocidad y para adaptarse hay
que crear, lo de ayer hoy no vale, sin creatividad no
podemos avanzar.
Todo lo tratado en este artículo implica un cambio
cualitativo en la forma de afrontar el mundo en el
que vivimos y nos empodera, haciéndonos más
responsables de nuestra creatividad. Tanto la ciencia
como nuestra experiencia nos dice que somos
plásticos y flexibles, entonces ¿cómo no modificar?,
¿cómo no cambiar?, ¿cómo no ser más creativos
FOTO: RAWPIXEL 25