priorizar y gestionar asuntos pertenecientes a distintos
roles. Quienes tengan niños pequeños es
muy probable que entiendan bien a qué me refiero,
pues serán los primeros en haber experimentado
el tener que atender a demasiados “platillos
chinos en el aire”. Esta realidad exige una serie de
habilidades diferentes, no sólo para poder seguir
siendo efectivos en el cumplimiento de nuestros
objetivos profesionales, sino también para poder
disfrutar de forma plena y satisfactoria en nuestra
esfera privada. Nos invita a extender el “campo
de juego” en el que ejercer nuestro liderazgo, conectándolo
con múltiples dimensiones vitales que
influyen directamente en nuestro desempeño y en
nuestros resultados.
En segundo lugar, se ha revelado como necesario
“lateralizar” el ejercicio del liderazgo. Durante
los meses de confinamiento, las figuras de “líder”
y “seguidor” han pasado a difuminarse. En muchos
casos, la existencia de equipos virtuales ha exigido
que cada persona, en el ámbito de su función,
asuma el nivel de proactividad e iniciativa necesario
para liderar a su entorno, movilizando voluntades,
actuaciones y recursos para dar respuesta a los
desafíos que le imponía el escenario de confinamiento.
Cada contribuidor individual ha tenido
que valerse de sus habilidades de influencia para
“Aprendemos a identificarnos
con las ideas que
vamos generando y recibiendo,
asumiéndolas
como parte de nosotros,
lo mismo que nuestros
pies o nuestras manos
obtener los medios necesarios para seguir desempeñando
su labor, liderando no sólo lateralmente,
sino también aguas arriba. Esta realidad requiere
plantearnos hasta qué punto las habilidades de liderazgo
han de ser extendidas a todos los niveles
de una Organización, con independencia de la autoridad
formal específica que cada uno ejerza.
Finalmente, muchas organizaciones han experimentado
de una forma vertiginosa la necesidad
de reinventarse e innovar, desarrollando nuevos
productos y servicios que les permitieran seguir
FOTO: STARLINE
sobreviviendo, o, al menos, ser competitivas en su
nicho de mercado. Las limitaciones que ha impuesto
el entorno se han convertido, en muchos casos,
en un motor para la innovación, dando nuevas y
creativas respuestas a los retos que nos ha tocado
afrontar. Si bien esto es algo que siempre ha estado
presente, se ha revelado ahora más que nunca
como una habilidad esencial ante un escenario
organizacional que podemos identificar con el
acrónimo A.L.F -Ágil, Líquido y Flexible-. La velocidad
e imprevisibilidad de los cambios exigen un liderazgo
que acepte la incertidumbre como compañera
de viaje.
Estas diferentes circunstancias han dado origen
a un nuevo paradigma de liderazgo con un enfoque
altamente humanista, ya que en estas
circunstancias son las personas, su compromiso
y sus diferentes habilidades combinadas las que
pueden dar una respuesta óptima ante los retos
que afrontamos. Igualmente, nos ha permitido
darnos cuenta de la necesidad de la existencia de
líderes que basen su capacidad de generar resultados
no en su mando, sino en su influencia, su
habilidad para seducir el talento de sus equipos,
sean estos verticales, laterales o funcionales y que
sean conscientes del impacto que generan en sus
diferentes ecosistemas, desde los más pequeños
a los más amplios. De esta nueva realidad nace el
concepto que desde Atesora Group hemos venido
a denominar “OMNI-Líder”.
¿Qué es OMNI-Líder?
Podemos definirlo como un nuevo paradigma
acerca del Liderazgo, que da una
respuesta adaptativa, evolutiva, multidimensional
y simbiótica a los desafíos impuestos
por el entorno. Aunque la definición, si la tomáramos
de manera aislada, parecería más propia de
un organismo “biológico” que del ámbito del management,
entendemos que reúne todos y cada uno
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