TALENTO SEP-OCT 2019 talentoSEP2019. | Page 29

nozco al borde de un barranco en la Sierra de Albarracín. Es cierto que algunos maleducados no hacen la señal, pero la mayoría sí. La segunda es la hospitalidad que dos grandes amigos me han brindado al alojarme varios días en su casa en la playa. Viajar sin rumbo da mu- cha libertad y permite vivir aventuras, pero uno siempre está expuesto a imprevistos, siendo el mal clima un clásico de agosto. Una inoportu- na tormenta de verano que cubrió medio país me obligó a alterar la ruta de forma inopina- da, y decidí cambiar la meseta castellana por la azulísima Costa Blanca. Aunque encontrar alojamiento en plena zona turística el mes de mayor ocupación de los últimos 15 años no es sencillo, encontré una habitación de alqui- ler en una casa preciosa, pero situada en un pueblecito de interior, a bastantes kilómetros de mi destino escogido. Aún siendo incómo- do llegar a la playa desde allí, no era cuestión de rechazar la única oportunidad de dormir por un precio razonable, así que me quedé. Después de descansar un rato, me acerqué -más bien debería decir “me alejé”- a la playa para cenar algo y localizar a un matrimonio de amigos que viven allí, y cuya compañía fue uno de los motivos que me llevaron a esa zona en concreto. Encontré a mis queridos Eduardo y Patricia exactamente donde esperaba hacerlo, y al no haberles avisado de mi llegada la ale- gría fue mutua y enorme por lo imprevisto de la visita. Ni que decir tiene que les faltó tiem- po para ofrecerme su casa durante el tiempo que quisiera, y tampoco hace falta decir que yo acepté encantado la oferta tras cerciorarme de que no causaba más trastorno que el mínimo. Esto puede parecer de lo más obvio, y lógico en personas que se quieren y se encuentran, de hecho rechacé por motivos logísticos in- vitaciones similares de otros tantos amigos a visitarles en sus lugares de veraneo; pero en tiempos en los que todos vivimos centrados en nuestra comodidad y ocupados mayormente en la satisfacción de las propias necesidades y muy poco de las ajenas, el que diferentes per- sonas me ofrezcan cariñosa y generosamente sus casas para que yo pueda disfrutar del ve- rano en su compañía me enternece y me hace sentir muy agradecido a todos ellos. Y máxime cuando son anfitriones tan abiertos y flexi- bles como la pareja en cuestión. En cualquier caso, muchas gracias a todos los que os ha- béis ofrecido a acogerme en mis locos viajes. La tercera reflexión fue consecuencia de un 29