Claramente podríamos decir que, como seres hu-
manos, sufrimos porque somos criaturas verbales,
y esto implica que el sufrimiento forma parte inevi-
table de nuestra condición como especie hasta que
aprendamos, en mayor medida, a utilizar las habi-
lidades y herramientas que nuestro pensamiento
nos ha proporcionado.
Muchas de las estrategias de evitación que pue-
den funcionar muy bien en el mundo físico -por
ejemplo, evitar tocar la vitrocerámica caliente- no
funcionan particularmente bien en el mundo de la
mente cuando las utilizamos para lidiar con el su-
frimiento.
Si tienes un determinado pensamiento que te in-
quieta y te genera tensión, es fácil buscar como
apaño el no pensar en ello para tratar de tranquili-
zarte. El resultado más probable es que una y otra
vez ese pensamiento asalte tu mente. Cuanto más
trates de evitarlo, más presente y “real” se hará.
Ya conocemos el famoso experimento de “no pien-
ses en un elefante rosa”: el resultado es que no
puedes no hacerlo. Cuando intentamos no pensar
en algo, lo hacemos desde una determinada regla
verbal del tipo “no pienses en X”, el problema, es
que esa regla ya contiene la temida “X” y eso es
lo que precisamente tenderá a suscitar. Además, si
queremos comprobar si nuestros esfuerzos de “no
pensar” están dando resultados, entonces tendre-
mos que traer una vez más a nuestra mente eso
que queremos evitar para comprobar “si sigue
ahí”, convirtiéndose en un círculo vicioso. Quienes
sufran de problemas de insomnio saben bien a
lo que me refiero: cuanto más tratan de dormir-
se y más preocupación les genera la experiencia
de no conseguir conciliar el sueño, más activos
mentalmente se vuelven y más bloquean el pro-
ceso del sueño, ya que continuamente estarán
comprobando si se están llegando a dormir o no.
No respondemos al mundo tal cual es, sino que
respondemos en la forma en la que le hemos dado
sentido. Eso hace que tendamos a vivir en nuestra
mente más que en la realidad como tal. El proble-
ma es que no participamos muy activamente en
ese proceso de crear nuestro pensamiento.
La regla de nuestra mente de “actúa en función de
creer o no creer” es simple, pero de un enorme im-
pacto. Esta regla nos dice que debemos reaccionar
ante los pensamientos que trae nuestra mente, ya
sea estando de acuerdo con ellos, o rechazándo-
los. El problema con esa manera de entenderlo
es que consideramos que nuestros pensamientos
son la realidad misma, respondemos a ellos como
si se trataran de hechos, no simples valoraciones
o juicios que nosotros hemos construido en algún
momento. Entender cómo evitar tomarnos excesi-
vamente en serio nuestros propios pensamientos
para construir relaciones de significado diferentes
y alternativas, se revela como una habilidad funda-
mental si queremos ser capaces de lidiar de forma
más efectiva con muchas de las situaciones que
nos generan estrés, tensión o miedo, con la merma
resultante en nuestra calidad de vida.
A menudo, cuando acompañamos a las organiza-
ciones es sus procesos de cambio, bien sea con
motivo de una fusión, un proceso de transforma-
ción digital o cualquier otra situación de cambio,
nos encontramos con personas que sufren innece-
sariamente muchos acontecimientos que prevén
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