sas fáciles; sólo hace falta seguir haciendo más de
algo para conseguir mejores resultados… ¿O no?
Si bien la calidad de nuestra vida depende en un
porcentaje muy alto de la calidad de nuestra for-
ma de pensar, por desgracia no se nos enseña a
manejar y gestionar de forma efectiva el pensa-
miento en nuestra etapa de educación formal,
más allá de copiar a fuentes creíbles de autori-
dad. Y este sentido de pensar que más es mejor
es algo que compromete seriamente dicha calidad.
No hace mucho hablaba con mi ex-vecino Julián,
quien se había jubilado hace ya algunos años, y que
tomó la decisión de marcharse de Madrid e irse a
vivir cerca de la playa, en Denia. “El sueño de toda su
vida”, decía. Le pregunté qué tal allí, y me contestó
algo que me dio qué pensar: “Estoy muy bien, pero,
aunque te parezca extraño,” -me dijo mientras se
dibujaba en su rostro una leve expresión de cons-
ternación-, “el hecho de estar allí todo el día, como
que te acostumbras y ya no lo valoras tanto, pensé
que lo iba disfrutar más. Cuando vivía en Madrid y
estaba yendo y viniendo, lo aprovechaba con más
intensidad… Supongo que el contraste entre el estrés
del día a día y aquellos momentos de paz hacían que
lo saboreara más...” concluyó, muy acertadamente,
por otro lado. Aquello me sonaba familiar: pen-
samos que, si hacemos más de algo, nuestro
disfrute y felicidad también serán proporcio-
nales. “Más tiempo de vacaciones significa que ex-
perimentaré más satisfacción”, “más deporte será
mejor para mi forma física o mi salud”, “más
información y conocimiento será mejor para
tomar mejores decisiones”, “más tiempo
libre me permitirá hacer más cosas que
me gustan”, y un largo etcétera. Ex-
trañamente no funciona así.
Demasiadas veces, más de
algo, se convierte en menos.
¿Por qué nos ocurre esto?
Una habilidad que tenemos
como seres humanos es
construir estándares. Los
estándares nos permiten
medir y supervisar cómo
de bien o mal están yendo
las cosas. Son patrones o
modelos que construimos
inconscientemente, y que nos
sirven de referencia en nuestro proceso
de valoración para saber, entre otras cosas,
si tenemos o no ácubiertas nuestras
necesidades. Nuestros estándares van
evolucionando a lo largo de nuestra vida, y
los empleamos para comparar las cosas
entre sí. Es una habilidad de pensa-
FOTO: YANALYA
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